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Probablemente las salsas no se inventaron para realzar el sabor de la comida, sino para disimular el de los horribles comistrajos que había que tragarse, a lo que colaboraron mucho las especias y los picantes, pero como ambas funciones se hicieron cada vez más necesarias, y hoy ya nos lo tragamos todo tanto desde el punto de vista alimentario como desde el político, intelectual, cultural y moral, el número de salsas para todo ha crecido enormemente, y de acompañamiento han pasado a esencia y fundamento.

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Todo tiene que estar en su salsa, hasta las leyes (salsa legislativa, con mucho chile), y a las clásicas salsa mayonesa, bechamel, bearnesa, gochujang, romesco, de soja, de tomate, tártara (pero francesa), de curry, etc., se han añadido numerosas variantes, porque sin salsa no habría forma de tragarse la actualidad en general. La mayoría suelen contener pimienta, pimentón, harina como espesante, vino (sustituible por whisky), caldos animales o vegetales, aceite, vinagre, hierbas, huevos, fermentados, mantequilla si son francesas, tomate, cebolla, mostaza… Cosas de nombres sugerentes y apariencia final pastosa (la apariencia es básica en las salsas), que permita no enterarse de qué te estás comiendo. Hasta una zapatilla usada estaría buena con salsa gochujang muy picante, pasta de chiles rojos fermentados durante un año, mientras una suave bechamel ayuda a comerse, por contraste de sabores, los airados discursos de nuestras derechas.

A los soberanistas catalanes, naturalmente, hay que degustarlos con romesco. Todo tiene que estar en su salsa, es decir, en su contexto, y si el Gobierno se ha podido comer la ley de amnistía con salsa bearnesa (con mucha mantequilla), nada mejor que esa misma salsa para zamparse sus discursos. En su salsa. Para la actualidad global la cosa se complica, y hay que recurrir a salsas tecnológicas. Lo que ahora se lleva como acompañamiento de todas las noticias es una salsa digital, en la que los comentarios en las redes hacen de espesante, de harina por así decir, mientras que la mala hostia global aporta las especias y el picante. Es una salsa para todo que todo lo falsea y enmascara. Nada sabe a nada. Igual ahí se nos fue la mano.