La visión que tenemos de la UE es, cuando menos, triste. Pasó de ser la panacea que nos ayudaría a salir del subdesarrollo económico y social del franquismo a diluirse en unos mecanismos y leyes que, al español de a pie, le quedan muy lejos. Cuando los europeos del norte nos las hicieron pasar canutas con los recortes, se generó un profundo sentimiento antieuropeo difícil de superar. La nueva política social de la UE y las ayudas que hemos recibido con la pandemia han contribuido un poco a que cambiemos aquella imagen nefasta que teníamos de nuestros socios, que nunca pasaron de ser un puñado de avaros y tacaños matones de patio de colegio que se divertían imponiéndonos recortes y llamándonos «cerdos» (Portugal, Grecia y España éramos los PIGs).
Los problemas de la visión que tenemos de la UE
06/06/24 4:00
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