Supongo que la mayoría de nosotros conoce a alguien que ha fumado porros desde la adolescencia y lo hace de forma habitual durante décadas. Todos sabemos cómo está el cerebro, la atención, la inteligencia y la actitud de esas personas. Algo así como los pulmones del que ha fumado desde los catorce años. La visión hippy flower de la vida está muy bien, ojalá todos fuéramos libres para hacer lo que nos da la gana, viajar por el mundo, disfrutar de la paz y la buena compañía, cantar y bailar canciones felices y creer en el amor. Luego está la realidad, esa tan tozuda, que nos dice que hay límites en todas partes, aunque no queramos verlos. Algunos nos los impone la propia naturaleza, otros la legislación y muchos la sociedad, la familia, nosotros mismos.
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17/06/24 4:00
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