Cuando llega la madrugada en Polinyà, ciudad situada en una vaguada en la comarca del Vallès, la temperatura puede bajar más allá de los dos grados, incluso de los cero grados, y el paisaje del amanecer aparece orlado de escarcha y de manchas heladas en los retazos llanos que les dan aspecto de grandes paneles de cristal. Solo cuando el sol asoma la temperatura va subiendo gradualmente hasta alcanzar unos doce grados en estas fechas. Entonces comprendo el refrán que preconiza acercarse al sol que más calienta, en el sentido de aprovechar los momentos soleados y buscar lugares donde uno pueda sentirse más cálido y a gusto. Entonces los músculos se desentumecen, y hasta los huesos se calientan y dejan de estar yertos de frío hasta la médula.
Les coses senzilles
Viejos al sol
07/01/25 4:00
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