José María Aznar y su esposa. | Pedro Prieto

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Alrededor de las diez de la noche del domingo, el avión de Air Europa que transportaba en primera clase al expresidente Aznar y esposa, se posó sobre la pista de Son Sant Joan. El avión llegaba con considerable retraso. Pero llegó.
«Cuando subimos a bordo -nos contó desde Madrid el confidente que nos dio la noticia-, Aznar y su esposa ocupaban dos asientos de primera clase. Aznar llevaba un libro entre sus manos».
Al rato de aterrizar, tres coches salían por una puerta bastante alejada de las habituales de salida. En el coche de en medio iba el ex presidente.
Las personas que llegan de vacaciones a esa horas de la noche pueden hacer dos cosas: o irse al hotel directamente, o al barco que les puede estar aguardando en cualquier puerto deportivo de la Isla, o irse a cenar. Y en este caso nos dio que se iban a cenar. Así que buscamos por los restaurantes de Ciutat Jardí y en uno de ellos los encontramos. Bueno, en realidad encontramos a los escoltas, por lo que supusimos que estaban dentro, que lo estaban, pues los vimos a través de los cristales. Eran ocho en torno a una mesa: Aznar y su esposa y tres parejas más que no reconocimos.
Tras la cena, que se prolongó hasta pasada la media noche, y después de hacerse unas fotos con los camareros y dueños del local, salieron, poniendo cara de sorprendidos al vernos en la puerta, cámara en ristre.
Aznar vestía de pantalón claro, nicky de color rosa pálido bajo y una chaquetilla de color azul; ella lucía un vestido de aire ibicenco, con una collar alrededor de su cuello.