Con Kyril siempre va el deporte. Si hace buen tiempo, deportes de mar; si no, la bici, por ejemplo. | Alfredo Garofano

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Decíamos ayer que Kyril de Bulgaria, con dos de sus hijos y su novia Cristina, habían llegado a Mallorca el pasado fin de semana con la intención de pasar unos días de descanso juntos.

Ayer, cuando pensamos que haciendo buen tiempo irían a la playa, los cuatro en el jeep con chimenea, se desplazaron a Palma para que los chicos vieran a sus abuelos. Vamos, es lo que pensamos, que a lo mejor los dejaron en otro sitio.

Llegaron el sábado. De camino a casa, se detuvieron: Kyril bajó del coche, entró en una tienda y salió al rato con una monumental sandía. Caminando, regresó hasta donde había estacionado el coche, mientras, a través de sus gafas oscuras de montura blanca, miraba al cielo viéndolo cubierto de nubes.

Como anteayer el tiempo no estaba para ir a la playa, aprovecharon para dar una vuelta en bici por los alrededores. Padre e hijo, de pantalón corto y sin camisa, abrían el pelotón. Y es que Kyril perdona cualquier cosa, excepto hacer deporte. ¡A diario! Y así le luce. Y los que están con él no les queda más remedio que seguirle.

La novia es Cristina Tuñón, y según leo en Vanitatis, es licenciada en Administración y Gestión de Empresas y máster en Gestión de Carteras. Entró a trabajar como becaria en UBS y más tarde organizó su propio equipo encargándose de grandes patrimonios, inversión en banca, capital riesgo, etc.