Esta es la principal característica que anticipa el Alzheimer. | Matthias Zomer

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El Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo, ha sido objeto de estudio durante décadas. A pesar de los avances en la comprensión de esta afección, todavía hay muchos misterios sin resolver. No obstante, recientes investigaciones han identificado un síntoma que parece ser un indicador temprano de la enfermedad. Pero, ¿de qué se trata y cómo podemos saber si la poseemos?

Según un estudio de la Universidad de Medicina de Chicago, esa característica es ni más ni menos que una disminución en la capacidad de percibir olores. Si bien puede parecer sorprendente, la pérdida del sentido del olfato ha sido vinculada con el Alzheimer, según apunta Jayant M. Pinto, uno de sus autores. El olfato, a pesar de ser uno de nuestros sentidos menos comprendidos, está íntimamente relacionado con el cerebro. De hecho, las células nerviosas encargadas de percibir los olores están conectadas directamente con áreas del cerebro que procesan la memoria y las emociones, regiones que son afectadas tempranamente en el Alzheimer.

Estudios han demostrado que las personas que experimentan una reducción significativa en su capacidad olfativa tienen un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer en el futuro. Esta relación es particularmente fuerte en aquellos casos donde no hay otras explicaciones evidentes para la pérdida del olfato, como infecciones respiratorias o sinusitis. Sin embargo, es esencial entender que la pérdida del sentido del olfato no es una sentencia de Alzheimer. Muchas personas pueden experimentar reducciones en su capacidad olfativa debido a otras razones, y no todas ellas desarrollarán la enfermedad. Además, el Alzheimer es una condición multifactorial, lo que significa que diversos factores contribuyen a su aparición.

Dicho esto, si alguien nota cambios drásticos en su capacidad para oler, es crucial consultar a un especialista. La detección temprana es vital en enfermedades neurodegenerativas, ya que permite una intervención precoz y, en muchos casos, ralentizar el avance de la enfermedad. Por otro lado, es vital seguir investigando y comprendiendo mejor esta relación entre el olfato y el Alzheimer. Este descubrimiento no solo proporciona una herramienta potencial para la detección temprana sino que también ofrece una ventana a la comprensión de cómo funciona nuestro cerebro y cómo las enfermedades neurodegenerativas afectan sus funciones.