Pellets esparcidos por la arena en la playa coruñesa de O Portiño. | Cabalar

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Las playas gallegas y asturianas se han convertido estos días en noticia por la llegada de miles de pellets de plástico procedentes de uno de los seis contenedores que perdió el buque Toconao el 8 de diciembre unos 80 kilómetros al oeste de Viana do Castelo, en aguas portuguesas. El pellet, también denominado «granza», es la materia prima con la cual se fabrican los productos plásticos. Son polímeros que se pueden fundir y dar la forma que se quiera para fabricar el producto deseado, según datos de la Asociación Nacional de la Industriales de Plásticos (ANAIP)

La manera más habitual de fabricar y distribuir esta materia prima es en forma de bolitas, denominadas también «granza», según la fuente, que ha recordado que existen diferentes tipos de plásticos, como polietilentereftalato (PET), polietileno (PE) o polipropileno (PP), entre otros. Estas bolitas tienen unos milímetros de diámetro, pero son visibles y son más grandes que el diámetro medio de un grano de arena, según la misma fuente.

Para evitar que pellets acaben en el medio ambiente y aprovechar al máximo la materia prima, el sector puso en marcha la iniciativa Operation Clean Sweep, a la que la industria española se adhirió en 2016 y que cuenta con el respaldo del Ministerio para la Transición Ecológica desde 2021. Al ser una iniciativa voluntaria, se basa en la autoevaluación de las empresas, que deben localizar los puntos de sus instalaciones en los que pueden producirse fugas de pellets.

¿Cuáles son los riesgos de su vertido al mar?

Dado su pequeño tamaño, estos plásticos, diseminados por toda la columna de agua, acabarán, con toda seguridad, siendo integrados en las cadenas tróficas, según Greenpeace, que ha apuntado que es fácil que aves y peces los ingieran al confundirlos con alimentos, pues parecen «pequeños huevos». Su ingesta puede provocar en esos animales problemas gástricos e, incluso, la muerte, así como que acaben integrados en la cadena alimentaria.

También es muy probable que se vayan descomponiendo poco a poco en microplásticos, llegando así a afectar a organismos filtradores, según la organización ecologista, que ha advertido de que, además, estos componentes plásticos acaban absorbiendo otros contaminantes marinos haciéndose más peligrosos con el tiempo.