Un coche fúnebre transporta el cuerpo del asesinado ex primer ministro japonés hasta su residencia en Tokio. | Reuters

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La policía japonesa continúa este sábado tratando de esclarecer las motivaciones del sospechoso detenido en la víspera por el asesinato del exmandatario nipón Shinzo Abe, entre las que el detenido citó los supuestos vínculos del político con una organización religiosa. Tetsuya Yamagami, el exmilitar desempleado arrestado en el mismo lugar del atentado a Abe instantes después de perpetrarlo, ha afirmado a las autoridades que planeó su atentado por su rencor hacia «una organización específica», según recogen los medios locales.

El agresor mencionó en sus declaraciones a las autoridades problemas familiares derivados de la pertenencia de su madre a esa organización, de posible carácter religioso y con la que, según el sospechoso, el ex primer ministro nipón tenía una «estrecha relación». Las explicaciones del detenido a la policía que han trascendido son por el momento muy confusas. Yamagami señaló en la víspera que decidió matar a Abe porque estaba «insatisfecho» con el mandatario, aunque «no le guardaba ningún rencor por sus principios políticos».

El sospechoso, de 41 años, disparó a Abe por la espalda con un arma de fabricación casera mientras el político daba un mitin en las calles de Nara (oeste de Japón) de cara a las elecciones parlamentarias parciales que celebra el país este domingo. Yamagami fue inmovilizado por los servicios de seguridad de Abe en un primer momento y a continuación detenido por la policía, que posteriormente inspeccionó su domicilio y halló otras armas similares a pistolas y explosivos también fabricados por el sospechoso.

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Fuentes de la investigación señalaron asimismo que el atacante habría planeado el ataque con suficiente antelación, decidiendo atentar en Nara tras estudiar los actos electorales en distintas ciudades anunciados por el propio Abe en las redes sociales, y realizando prácticas de tiro con fuego real. Yamagami se encontraba en el paro desde el pasado mayo, cuando dejó su empleo en una empresa manufacturera de Kansai (oeste de Japón), y entre 2002 y 2005 trabajó para las Fuerzas Marítimas de Autodefensa (Ejército nipón), según confirmó el Ministerio de Defensa.

En paralelo, los restos mortales del ex primer ministro japonés llegaron a su domicilio en Tokio este sábado, un día después del suceso, arropado por su viuda, Akie, y figuras de la política nacional. El coche que transportaba el cuerpo de Abe salió poco antes de las 6.00 hora local (21.00 GMT del viernes), con Akie como pasajera, del hospital de la ciudad de Nara (oeste del país) al que fue trasladado y tras realizarse la autopsia y los procedimientos pertinentes, según detalles recogidos por la cadena pública NHK.

La viuda del exmandatario se había desplazado hasta la ciudad del oeste nipón tras el atentado acontecido el viernes, en el que Abe fue tiroteado por la espalda mientras ofrecía un discurso durante la campaña de las elecciones parciales parlamentarios de este domingo. Abe fue trasladado al hospital, donde falleció horas después debido a la pérdida de sangre, según las autoridades facultativas. El vehículo con sus restos mortales llegó a su residencia en el distrito tokiota de Shibuya pasadas las 13.30 de hoy (4.00 GMT), según constataron los medios reunidos frente a la vivienda. Hasta allí se desplazaron miembros de su partido y personas cercanas como la exministra nipona de Interior y Comunicaciones y actual presidenta del concilio sobre las políticas del Partido Liberal Democrático (PLD), Sanae Takaichi; o el presidente de la facción de la que formaba parte Abe, Tatsuo Fukuda.

El actual primer ministro nipón, Fumio Kishida, también se personó en la residencia familiar para trasladar sus condolencias por la muerte de quien fue su mentor político. Tras el tiroteo la mayoría de los partidos políticos cancelaron sus actividades de campaña, que retomaron hoy, víspera de la votación Kishida se encontraba este sábado en la ciudad de Fujiyoshida, en el centro del país, desde donde pronunció un discurso portando una insignia de luto, en el que recalcó su «responsabilidad de completar estas elecciones de forma libre, justa y segura» y añadió: «Nunca cederé a la violencia». El acto tuvo lugar entre fuertes medidas de seguridad. Se instalaron detectores de metales, el público se congregó en una zona vallada a cinco metros y se reforzó la seguridad a espaldas del mandatario, algo hasta ahora muy inusual en el país.