Un hombre revisa los precios de los refrescos en un supermercado argentino. | Reuters - AGUSTIN MARCARIAN

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Susana Barrio ya no puede invitar a sus amigos a comer un típico asado porque el dinero que cobra como jubilada dejó de alcanzarle para comprar la carne y las verduras, producto de una inflación galopante que carcome el poder adquisitivo de los argentinos. La inflación en el país probablemente haya alcanzado el 200 % el año pasado, uno de los niveles más altos del mundo, con el costo de los alimentos aumentando particularmente rápido, lo que afecta los bolsillos de los ciudadanos ya que los salarios y las pensiones no le han seguido el ritmo.

«Esa alegría que me daba invitar a mis amigos, porque tengo la posibilidad de hacer un asado que es típico del argentino, no, imposible, porque entre el asado, las verduras, mínimo éramos cuatro o seis personas, hoy no lo podés hacer», dijo Barrio, de 79 años, a Reuters Televisión en Buenos Aires. «Has ido eliminando cosas que te alegraban un poco la vida, ¿no es cierto? Además yo soy una mujer grande, yo no lo voy a ver al país como me gustaría verlo», agregó sobre la inflación, que según un sondeo de Reuters alcanzaría el 28 % en diciembre.

Analistas estiman que el dato interanual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) sea del 221,9 %. La eliminación de controles de precios dispuesta por el Gobierno ultraliberal del presidente Javier Milei, quien asumió el cargo el 10 de diciembre, provocó aumentos de los productos básicos, que desorientaron a consumidores y comerciantes. «Se ha perdido la noción del precio. Entonces, ¿qué pasa? Vos le decís 1.000 (pesos) y le decís 3.000 y es lo mismo. Estoy haciendo memoria. Me ha pasado. Era 15.000 pesos lo que tenía que pagar. Yo me equivoqué y le dije 35. La persona sacó (el dinero) y lo pagaba igual», contó Guillermo Cabral, el dueño de una carnicería, de 60 años.

El libertario Milei, quien dispuso una histórica devaluación del peso del 54,2 % apenas después de asumir que se trasladó de inmediato a los precios, presentó un decreto y envió un proyecto de ley al Congreso, con los que pretende desregular la economía y sentar las bases para el crecimiento del país. Milei advirtió que tomará tiempo y que las cosas podrían empeorar antes de empezar a mejorar, llevando a muchos a tener que ajustarse el cinturón, con más del 40 % de la población ya viviendo en la pobreza.

En medio de la preocupación, los argentinos recorren distintas tiendas en busca de los mejores precios, pero se sorprenden de los repentinos aumentos y terminan comprando productos, como frutas y verduras, por unidad. «Lo que pasa es que no hay nada barato. Antes por ejemplo vos podías consumir verduras y ahora tenés que estar mirando cuánto. Lo que comprabas era un kilo, ahora compré tres papas para que no se te echen a perder, cuatro papas, sí, en unidad, en vez de kilos», dijo Graciela Bravo, una jubilada de 65 años.

La inflación es una de las principales preocupaciones de los argentinos, en medio de una crisis económica con déficit fiscal, menguantes reservas del banco central, pero no es la primera vez que esto sucede en la segunda economía de Sudamérica. «Es como que estamos acostumbrados, ya es algo tan natural acá, que la inflación, que varían los precios, porque o que sube el dólar o que sube esto o que sube lo otro, estamos tan acostumbrados», dijo Alejandro Grossi, un abogado de 49 años.