Imagen oficial en la capital de Kenia. | Reuters - DANIEL IRUNGU

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La Fiscalía de Kenia acusó a Paul Mackenzie, líder de la secta que presuntamente persuadió a unas 430 personas a ayunar hasta morir para encontrase con Jesucristo, del asesinato de 191 niños cuyos cadáveres se encontraron enterrados el año pasado en un bosque del sur del país. La acusación también incluía a otros 29 presuntos socios de Mackenzie, que negaron sus cargos ante la jueza del Tribunal Superior de la ciudad costera de Malindi, Mugure Thande.

Uno de ellos, además, se declaró no apto para encarar un juicio por ser «mentalmente inestable». Esta es la tercera vez que las autoridades kenianas presentan cargos contra los presuntos responsables de la secta de Mackenzie, que ya se enfrentan a acusaciones de terrorismo y homicidio involuntario de al menos 238 personas.

Mackenzie es el presunto responsable de la conocida como «masacre de Shakahola», en referencia al nombre del bosque del condado costero de Kilifi donde las autoridades hallaron en fosas comunes y tumbas la mayoría de los cerca de 430 cadáveres de su seguidores, muchos de ellos niños. El líder religioso supuestamente convenció a los fieles de su iglesia de ayunar hasta morir, bajo la promesa de que así se encontrarían con Jesucristo.

Las autopsias realizadas posteriormente mostraron que, además de los rastros de inanición en todos los cuerpos, algunos tenían también signos de estrangulación y asfixia. Así, las investigaciones de la Policía apuntan a que los fieles eran forzados a seguir con el ayuno aunque quisiesen abandonarlo. Las autoridades kenianas arrestaron a Mackenzie el pasado 14 de abril y ha estado privado de libertad junto con cerca de treinta coacusados. El pasado 31 de enero, el Ministerio de Interior de Kenia designó a su secta, la Iglesia Internacional de la Buenas Nuevas, como un grupo criminal organizado.