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Apremiado por la falta de electricidad, agua y gasolina en grandes partes de la capital, el Consejo Nacional de Transición (CNT) libio ha inyectado "cientos de millones" de dinares en efectivo en la economía para tratar de recuperar el ritmo de vida en la capital.

Así lo reveló ayer el viceprimer ministro y ministro de Petróleo, Alí Tarhouni, quien explicó que el dinero procede de los fondos del antiguo régimen descongelados por países como Turquía y los Emiratos Árabes Unidos.

El objetivo es pagar los salarios y facilitar créditos blandos a los comerciantes para que puedan llenar sus almacenes y tiendas de productos, y que la actividad económica vuelva así a las calles del país.

"Ya se han entregado más de 100 millones de dólares al Banco Nacional, que se han cambiado a dinares para ayudar a los comerciantes", explicó.

El jueves, en una conferencia celebrada en París, la comunidad internacional aprobó la liberación de 15.000 millones de dólares en fondos congelados al régimen de Gadafi para facilitar la transición en Libia.

Representantes del CNT en Trípoli señalaron que otra gran parte de esos fondos desbloqueados se destinará a la compra de gasolina y otros combustibles fósiles, principal carencia de un país rico en petróleo.

La falta de gasolina en las estaciones de bombeo es la razón de que el agua corriente sea un lujo para gran parte de los hogares capitalinos, donde pese a las carencias aún reina la felicidad y el optimismo.

"Sí, es incómodo no tener agua y tener que hacer horas de cola para comprar gasolina. Pero era peor antes, que ni siquiera podíamos hablar", explica con una amplia sonrisa Hamid al Waladani, un empleado de banca de 32 años.

Casado y con dos hijos de siete y cinco años, ayer se mostraba exultante porque encontró huevos, pan recién horneado y pescado fresco en las proximidades del puerto de Trípoli.

"En poco tiempo todo habrá vuelto a la normalidad. Estoy seguro, estoy seguro de que todos los libios vamos a tener una vida mejor", agrega mientras invita a compartir la comida en su hogar de clase media.

Consciente de que la restauración de los servicios esenciales es la primera batalla que debe ganar si quiere garantizar el éxito de la revolución, la autoridad de transición libia ha creado brigadas vecinales para mantener la seguridad en los barrios y limpiar las calles, atestadas de basura.

Ataviados con chalecos de color naranja, partidas de hombres eran visibles en numerosas esquinas de Trípoli llenando contenedores y escoba en mano.

El objetivo es que en un periodo no superior a dos semanas el agua corriente y la electricidad dejen de ser un lujo, las calles reluzcan y el bullicio vuelva a los parques, el paseo marítimo, los colegios y las calles comerciales.

A esa tarea han comenzado a unirse también las distintas agencias de la ONU, cuyos funcionarios ya son visibles en un país que hasta ahora se hallaba casi aislado y desacostumbrado a la presencia de tantos extranjeros en la calle.

Tanto el Programa Mundial de Alimentos como la Agencia de la ONU para la ayuda a los refugiados (ACNUR) ya operan en diversos puntos de la capital.