Merkel, en la foto de familia de la reunión de líderes de la Unión en Bruselas - EFE

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El supuesto espionaje estadounidense a la canciller alemana, Angela Merkel, marcó ayer el inicio de la cumbre de otoño de los líderes europeos, que elevaron el tono ante Washington, pero que no parecen dispuestos a tomar medidas de respuesta a corto plazo.

«Espiar a los amigos es totalmente inaceptable», señaló la propia Merkel a su llegada al encuentro en Bruselas, resumiendo el sentir de los jefes de Estado y de Gobierno de los veintiocho socios comunitarios.

Tras meses de reacciones tibias a las revelaciones hechas por el extécnico de la CIA Edward Snowden, las informaciones sobre las actividades de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) llevaron ayer el asunto directamente al centro de las conversaciones entre los líderes comunitarios.

Merkel discutió el problema en una bilateral con el presidente francés, François Hollande, en la que ambos subrayaron la necesidad de poner fin a la situación y acordaron mantener contactos regulares al respecto, según fuentes diplomáticas.

La cuestión del espionaje es especialmente sensible en Alemania, donde trae recuerdos no tan lejanos de las actividades de la Stasi, la policía política de la extinta República Democrática Alemana (RDA), tal y como ayer jueves sugirió el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

París, que también se ha visto sacudido por la publicación en los últimos días de datos sobre un supuesto espionaje masivo a las comunicaciones de sus ciudadanos, ha reaccionado con dureza y ha pedido explicaciones a Washington, al igual que Berlín.

Ayer mismo, el diario británico «The Guardian» informó, a partir de un documento filtrado por Snowden, de que la NSA espió las llamadas telefónicas de 35 líderes mundiales, cuya identidad no precisa.

En Bruselas, la indignación de franceses y alemanes recibió el respaldo de gran parte de los líderes europeos, que expresaron la necesidad de conocer toda la verdad sobre el caso.

«No podemos tolerar zonas de sombra y duda», dijo el primer ministro de Italia, Enrico Letta, quien indicó que Europa debe hacer «todas las verificaciones» y obtener «toda la verdad sobre este tema».

Letta insistió en que «no es concebible ni aceptable que haya un espionaje de este tipo».

En una línea similar, el primer ministro belga, Elio Di Rupo, opinó: «no podemos aceptar este espionaje sistemático y habrá que tomar medidas», también a escala europea.

El holandés Mark Rutte aseguró que, si se confirma el espionaje a Merkel, se trataría de algo «inaceptable» y supondría «un problema serio».

Sin embargo, otros primeros ministros, como el finlandés Jyrki Katainen o el sueco Fredrik Reinfeldt, se mostraron más prudentes y pusieron en duda la conveniencia de que el asunto se gestione a escala europea.

Problema
Entre los problemas a los que se enfrenta la UE a la hora de abordar el asunto figura la supuesta estrecha relación entre los servicios de inteligencia estadounidenses y los de un Estado miembro como el Reino Unido, sobre el que también pesan fuertes sospechas de espionaje.

Según el periodista estadounidense Glenn Greenwald, principal contacto de Edward Snowden, el Gobierno de Londres también habría espiado las comunicaciones italianas.

En este sentido, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, reclamó «transparencia» al primer ministro británico, David Cameron, que en contra de su costumbre no hizo declaraciones a su llegada a Bruselas.

El político alemán reconoció que «también hay una falta de confianza dentro de la UE» y reclamó establecer «reglas claras» para los servicios secretos.