El ministro de Sanidad, Salvador Illa, durante la entrevista. | Alberto Estévez

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Casi un año después de tomar las riendas del Ministerio de Sanidad, Salvador Illa reconoce que se han cometido errores por parte de todos y, pese a los complicados momentos que también a él le ha traído esta «terrible» pandemia, volvería a aceptar el encargo. «No me arrepiento», asegura. «Lo he hecho lo mejor que he podido», reconoce en una entrevista con Efe en la que hace balance de estos casi doce meses de pandemia y comenta los proyectos que tiene planeados para el departamento que dirige desde el pasado 13 de enero, apenas la pesadilla de la covid-19 «deje espacio».

En lo que no va a «perder un minuto» es en batallar con ninguna comunidad autónoma, aunque haya alguna que lo intente. «Mi beligerancia se centra únicamente contra el virus. Lo demás, ni un minuto», zanja.

«Todo el mundo llegó tarde, también España»

Illa cree que el coronavirus «sorprendió a todos», y eso obligó a ir adoptando medidas en función de la información que se iba recibiendo, disposiciones que en ese momento se creían las «correctas y adecuadas"; revisar ahora decisiones que se tomaron en la primera ola con los datos actuales -cree- «no es muy honesto».

«He de reconocer que todo el mundo llegó tarde, también España», admite el ministro para puntualizar, sin embargo, que aun «yendo tarde y cometiendo errores, fuimos también los primeros en reaccionar», decretando el primer estado de alarma y el confinamiento de la población apenas dos días después de que la OMS declarara la pandemia.

Illa considera «obligado» hacer una evaluación independiente, «por descontado, de la acción del Ministerio, del Gobierno, de las comunidades y de los sistemas sanitarios», pero ha de ser «constructiva» y realizada por expertos de distintas disciplinas.

A tal efecto se constituyó un grupo de trabajo en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, centrado en elaborar el marco en el que se desarrollará esta evaluación, que quiere «lo antes posible».

«Hay quien lleva interesado desde el primer día, más que en combatir el virus, en combatir al Gobierno; allá ellos. Nosotros queremos hacer una evaluación constructiva, serena, pausada y que nos dé pautas de actuación de cara al futuro», añade.

Sus momentos más difíciles

Illa rememora dos de los momentos más difíciles a los que se ha enfrentado: el primero, dice sin dudar, es el del pico de finales de marzo y principios de abril, cuando los fallecidos diarios se contaban por centenares hasta casi el millar.

Otro momento «nada fácil» fue el de restringir las asistencias a los funerales: «Si ya es muy doloroso perder a un ser querido, no poderte despedir de él, no poderle acompañar, multiplica ese dolor», lamenta. Y, a nivel interno, el día de mayo en el que el entonces secretario general de Sanidad, Faustino Blanco, que desde el primer día le pidió ser relevado, tuvo que ser atendido de urgencias por un problema cardiaco «debido a la presión sufrida todos estos meses».

«Le fui pidiendo que fuera continuando, así que, cuando pasó esto, me sentí un poco responsable». Afortunadamente, recuerda, «todo salió bien».

La ejemplaridad de la ciudadanía y los sanitarios

Pese a todos los sinsabores, de este año el ministro se queda con el comportamiento de la ciudadanía, que «ha sido ejemplar», como lo ha sido también la respuesta de los profesionales sanitarios.

La pandemia nos ha sacado «lo mejor de nosotros mismos, y a veces también lo peor. Todos tenemos imágenes en la retina de ejemplos de solidaridad», como fue el sector automovilístico entregado a la fabricación de respiradores o al textil elaborando mascarillas.

«Ha habido cosas que ponen la piel de gallina, porque ha habido reacciones muy espontáneas en un momento de mucha dureza, en el que todo el mundo ha entendido que había que volver a descubrir esa dimensión comunitaria y que no vivimos aislados», concluye.

Illa recibió «como un honor» el ofrecimiento del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para sustituir a María Luisa Carcedo en Sanidad, un cargo que volvería a asumir incluso sabiendo la que estaba por venir apenas unos días después de ser nombrado.

«No me arrepiento de haber aceptado el ofrecimiento del presidente; lo sentí en ese momento como un honor y he hecho las cosas lo mejor que he podido. Claro que, si hubiéramos sabido que iba a pasar esto, los planteamientos hubieran sido muy distintos, pero no me arrepiento de haber aceptado el cargo y para mí es un honor», reitera.

Fernando Simón, un trabajador incansable y muy honesto

Nunca el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, le ha pedido tirar la toalla a pesar de las críticas, y de él destaca que «desde el minuto cero» ha ejercido sus tareas «de forma muy ejemplar» y asumiendo decisiones que «son muy difíciles de tomar».

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«Es un trabajador incansable y muy honesto», recalca el ministro, que recuerda que no fue él quien lo nombró y que todo el mundo sabe quién lo hizo.

Para Illa, Simón «y los Fernando Simón que hay en nuestro país en el ámbito de la salud publica y en muchos otros ámbitos son servidores públicos vocacionales y ejemplares», y considera que las peticiones para que le destituya del cargo «han sido minoritarias y poco representativas».

La tercera ola

Superada la primera y después una segunda, la tercera ola ha empezado a despuntar hace unos días con un aumento progresivo de la incidencia, después de que las comunidades relajaran las medidas a principios de diciembre, aunque está convencido de que todas han actuado «rápidamente» y que pronto se verán los resultados.

No obstante, hace hincapié en la importancia de reducir al máximo la movilidad y los contactos sociales en estas fiestas navideñas. «No nos cansamos de repetir que la Navidad, en casa; no nos movamos y estemos con la familia más próxima», abunda antes de valorar la labor de las autonomías para frenar el aumento de casos, ya que están actuando «correctamente».

Cree que España está preparada para afrontar «lo que tenga que venir», pero, apunta, lo que hay que hacer sobre todo, y donde «hay que poner el acento y el esfuerzo», es en evitar que los contagios aumenten considerablemente.

La relación con Madrid «es buena»

El ministro asegura que la relación con la Comunidad de Madrid, que desde casi el principio ha sido una de las más combativas con las decisiones del Ministerio, «es buena». «En todo caso», avisa, no va a «perder un minuto en beligerancia con ninguna comunidad autónoma».

Sobre la petición que le ha hecho el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso, para hacer test rápidos de antígenos en las farmacias, Illa reitera que «estas cosas hay que hacerlas bien». «Se puede estudiar, claro que sí», y de hecho el Ministerio está analizando la propuesta madrileña, pero todavía «hay toda una serie de detalles que han sido objeto de aclaración y vamos a ver cómo podemos resolverlos». Aun así, insiste en que «las cosas con seguridad, con calma y sin apresurarse».

Fatiga pandémica

Para tratar de mitigar los efectos de la fatiga pandémica en el personal sanitario y en el resto de la ciudadanía, recuerda que «ya tenemos un horizonte», que son las vacunas, las cuales empezarán a administrarse en España el próximo domingo.

«Es un horizonte de cinco o seis meses», anima el ministro, que lo considera el principio del fin, cuando ya haya una población inmunizada suficiente para poder empezar a relajar medidas «de forma importante».

Según la información de la que dispone sobre las nuevas cepas del coronavirus detectadas en el Reino Unido y Sudáfrica, no parece que invaliden la vacuna ni que haya una «evidencia incontestable» de que sean mucho más letales ni de que sean más transmisibles.

Por el momento, no hay constancia de que haya casos en España con estas variantes, pero Sanidad ha encargado esta semana al Instituto de Salud Carlos III y a la Dirección General de Salud Pública que actualicen el programa de secuenciación de cepas «para estar atentos».

Eutanasia, atención primaria y tabaco

La Atención Primaria está siendo uno de los servicios asistenciales más castigados por la pandemia, por lo que los presupuestos contemplan mil millones de euros para su refuerzo, y la intención de Illa es, además, seguir con el plan aprobado durante la gestión de su antecesora en el cargo, María Luisa Carcedo.

«Es un marco estratégico consensuado con las comunidades y los implicados muy operativo, con una serie de objetivos y retos e hitos; me parece que es el punto de partida para invertir este dinero, tomar este marco estratégico», asevera.

Precisamente, Carcedo ha sido la ponente de la recién aprobada ley de eutanasia en el Congreso, con la que Illa sintió que se estaba dando respuesta al «clamor» que existía en la sociedad española.

«No es obligar a nadie a hacer nada, es dar un derecho» a aquellas personas que sufren una «enfermedad crónica incurable o tienen un sufrimiento insoportable y crónico a que puedan, si así lo consideran y con las debidas garantías de la sanidad pública, poner fin a este sufrimiento inquebrantable que tienen».

Tras este hito, otro de los retos de Sanidad es endurecer lo antes posible la ley antitabaco, ya que alrededor de 68.000 muertes al año están asociadas a esta sustancia. «Lo vamos a hacer lo antes posible en la medida en que la covid nos deje espacio, que nos lo va a dejar bien pronto, espero», concluye.