El candidato a lehendakari, Imanol Pradales (c), junto al actual presidente vasco, Iñigo Urkullu (i), y al líder del PNV, Andoni Ortuzar (d). | Efe

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EH Bildu podría ganar por primera vez en la historia unas elecciones vascas derrotando a un PNV que hasta ahora no ha perdido nunca en votos en estos comicios, aunque el PSE sacara más escaños en 1986. Todos los sondeos pronostican un resultado ajustado entre los dos partidos nacionalistas pero según han pasado los días cada vez han sido más las encuestas que auguran una victoria de la coalición abertzale, que hasta ahora jamás había aspirado a ganar y su mejor resultado fue en 2012, justo tras el final del terrorismo de ETA, cuando quedó segunda a 6 parlamentarios (27 a 21) y 10 puntos del PNV (34 a 24 %).

Los estudios demoscópicos han calado en los partidos y si EH Bildu hablaba hace unos meses de que lo importante era consolidar el «cambio de ciclo» y decía no tener prisa en ganar, en la última semana ha insistido en que el cambio es «ahora», mientras que el PNV ha recurrido a una estrategia defensiva alertando a los abstencionistas de la necesidad de votar ante el riesgo de una victoria y un gobierno de EH Bildu.

Una de las grandes incógnitas de cara a las votaciones de este próximo domingo es el nivel de abstención que se registre, que se augura del 40 % cuando normalmente en las elecciones autonómicas está en torno al 35 %, y cómo afectará al resultado, así como si algún partido ha sido capaz en los últimos días de atraer a la gran bolsa de indecisos, que las encuestas sitúan en el 20 por ciento. Esa movilización de voto de última hora no predicha no es descartable, ya que tras una primera semana de campaña totalmente plana y anodina, además relegada por la gabarra del Athletic tras ganar la Copa y la muerte del lehendakari Ardanza, los últimos días han estado marcados por los debates entre candidatos, la agresión con gas pimienta a Imanol Pradales y, sobre todo, la negativa de Pello Otxandiano a calificar de «terrorista» a ETA.

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Este asunto ha provocado un gran revuelo a nivel estatal y menor en Euskadi, donde está asumido que la izquierda abertzale no condena a ETA y no ha usado jamás el término terrorismo, pero ha ido en aumento en los últimos días y perjudica a EH Bildu, que busca que quede fuera de la campaña. De todas formas, aunque ganara las elecciones la coalición abertzale parece difícil que pueda gobernar, ya que tanto el PNV como el PSE-EE han mostrado su disposición a reeditar coalición de gobierno, a la que las encuestas dan mayoría absoluta.

Además, tampoco sería imprescindible esa mayoría para la investidura del lehendakari, ya que la normativa electoral vasca establece, como en el caso de los ayuntamientos, que en segunda votación es elegido el candidato que más apoyos concite aunque no tenga la mayoría absoluta. Las encuestas también han dado una muy ligera subida a socialistas y populares, que podrían subir uno o dos escaños o quedarse en sus 10 y 6 parlamentarios actuales, respectivamente. Lo que no aclaran los sondeos es el futuro de Sumar y Podemos.

Actualmente Elkarrekin Podemos tiene seis parlamentarios y como mucho a este espacio político le auguran mantener tres, que podrían ser cero si el reparto de votos es a la par entre ellos y no llegan al 3%, mínimo que se exige para tener representación en una circunscripción. Además, cada encuesta otorga esos parlamentarios a una y otra formación indistintamente, por lo que la incertidumbre es aún mayor. Vox también está en el límite entre mantener o perder su escaño por Álava y quedar fuera del Parlamento. Entre todas estas incertidumbres hay dos cosas que son seguras, que Euskadi tendrá un nuevo lehendakari, que como siempre volverá a ser un hombre, y que la política vasca entrará en una profunda renovación generacional en la próxima legislatura.