Cuando el autismo se diagnostica y se trata de forma precoz por profesionales en atención infantil temprana tiene un mejor pronóstico que cuando se detecta de forma tardía. | Pixabay

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No señalar o no mirar al que habla cuando se tiene entre 9 y 16 meses son algunas de las señales propias del autismo que deben alertar a los padres para acudir a un especialista, según ha informado la psicóloga del CAIT San Rafael de Granada, Raquel Carrillo de Albornoz, con motivo de la celebración del Día Mundial de la enfermedad.

Y es que, aunque este trastorno neurológico no tiene cura, cuando se diagnostica y se trata de forma precoz por profesionales en atención infantil temprana tiene un mejor pronóstico que cuando se detecta de forma tardía. Por ello, ha destacado la importancia de que los padres estén atentos y detecten las señales para acudir cuanto antes a un centro especializada.

«Entre los 9 y los 16 meses, los bebés utilizan su dedo índice para señalar con el objetivo de indicar que aquello que le causa sorpresa o le llama la atención, como señalar a un perro durante un paseo en la calle; o para solicitar algo que desean, cuando señalan el agua porque tienen sed y necesitan que se les dé de beber. Los niños con autismo no desarrollan el señalado o lo hacen muy tardíamente, por lo que las personas que están en contacto con el niño deben tomarlo como un indicador de alarma de un trastorno en el desarrollo», ha explicado la experta.

Asimismo, prosigue, los niños que no responden orientándose hacia la persona ni verbalmente cuando se les llama por su nombre pero que, sin embargo, al escuchar la sintonía de los dibujos animados que le gustan sí reaccionan, prestan atención, podrían presentar la sordera paradójica, es decir, no tienen ningún problema auditivo pero sí que puede ser una señal de este trastorno.

Del mismo modo, notar un parón en el desarrollo del niño en torno a los 15-18 meses debe también alertar a la familia. «Cuando el niño, al alcanzar el primer año, dice palabras como 'mamá', 'papá', o ya sonríe, o fija la mirada en objetivos concretos, etc., y de repente en ese tramo de edad deja de hacerlo, puede ser sintomático del autismo. Esa desconexión con el mundo que le rodea no debe ser interpretada por los adultos del entorno como falta de interés del niño, sino como un signo de alerta a consultar con los especialistas en atención temprana», ha explicado.

Ahora bien, la psicóloga ha comentado que ninguno de estos signos por sí mismos, presentados en solitario, son indicadores de la presencia del trastorno, pero sí deben alertar a las familias de que algo podría estar pasando en el desarrollo de sus hijos o hijas y acudir a su pediatra de atención primaria para la derivación del menor al servicio especializado, en caso necesario.

Falsos mitos

Sin embargo, siguen existiendo creencias falsas o distorsionadas en torno al autismo que, poco a poco, la intervención de psicólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales y fisioterapeutas va desmontando.

Una de estas creencias es que las personas que padecen autismo no son cariñosas. Algo que, tal y como ha asegurado la psicóloga, «no es cierto», ya que, aunque las personas que padecen este trastorno perciben el mundo y los estímulos sociales de manera distinta, esto no impide su expresión del afecto, la alegría, el enfado o la tristeza.

«Son las expresiones emocionales asociadas a aspectos más sociales y dependientes de la cognición social, como puede ser la sorpresa, aquellas con las que los niños con autismo tienen mayor dificultad», ha añadido la psicóloga de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

Otra de las creencias que se ha ido extendiendo en relación a este trastorno es que las personas con autismo no pueden hablar o comunicarse. En este sentido, Carrillo ha asegurado que si se diagnostica adecuadamente y de forma temprana se puede conseguir, en muchos casos, el desarrollo del lenguaje oral, el cual será más o menos elaborado dependiendo del nivel de afectación del menor.

Finalmente, la psicóloga ha asegurado que, aunque la aparición del autismo se suele asociar a la prematuridad, no es el trastorno que más ven los especialistas en los prematuros. «Sí que es cierto que la prematuridad es un factor de riesgo de padecer algún trastorno en el desarrollo, pero no es el autismo el de mayor incidencia en esta población. Muy por encima de este trastorno estarían el trastorno por déficit de atención e hiperactividad o el trastorno específico del lenguaje», ha zanjado.