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Actualmente, el 37 % de las personas en España tienen algún problema de salud mental. Los más frecuentes son la ansiedad, los trastornos del sueño y la depresión. En el caso de la depresión, aunque los principales síntomas son psicológicos, los científicos y los médicos han llegado a comprender que se trata de una enfermedad compleja con efectos físicos en todo el organismo. Por ejemplo, la medición de marcadores del metabolismo celular se ha convertido en un enfoque importante para estudiar las enfermedades mentales y desarrollar nuevas formas de diagnosticarlas, tratarlas y prevenirlas.

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) han avanzado en esta línea de trabajo en un nuevo estudio, revelando una conexión entre el metabolismo celular y la depresión. Así, han descubierto que las personas con depresión e ideación suicida tenían compuestos detectables en la sangre que podrían ayudar a identificar a los individuos con mayor riesgo de convertirse en suicidas. Los investigadores también hallaron diferencias basadas en el sexo en el modo en que la depresión afecta al metabolismo celular. Los hallazgos, publicados en 'Translational Psychiatry', podrían ayudar a personalizar la atención de la salud mental y potencialmente identificar nuevos objetivos para futuros medicamentos.

«Las enfermedades mentales como la depresión tienen impactos e impulsores mucho más allá del cerebro», ha recordado Robert Naviaux, profesor del Departamento de Medicina, Pediatría y Patología de la Facultad de Medicina de la UC San Diego. «Antes de hace unos diez años, era difícil estudiar cómo la química de todo el cuerpo influye en nuestro comportamiento y estado de ánimo, pero las tecnologías modernas como la metabolómica nos están ayudando a escuchar las conversaciones de las células en su lengua materna, que es la bioquímica», ha añadido. Aunque muchas personas con depresión experimentan mejoría con psicoterapia y medicación, la depresión de algunas personas es refractaria al tratamiento, lo que significa que el tratamiento tiene poco o ningún efecto. La mayoría de los pacientes con depresión refractaria al tratamiento tienen pensamientos suicidas, y hasta un 30 por ciento intentará suicidarse al menos una vez en su vida. «Estamos asistiendo a un aumento significativo de la mortalidad en la mediana edad en Estados Unidos, y el aumento de la incidencia del suicidio es uno de los muchos factores que impulsan esta tendencia», afirma Naviaux. «Las herramientas que podrían ayudarnos a estratificar a las personas en función de su riesgo de convertirse en suicidas podrían ayudarnos a salvar vidas», ha expresado.

Cinco biomarcadores

Los investigadores analizaron la sangre de 99 participantes en el estudio con depresión refractaria al tratamiento e ideación suicida, así como un número igual de controles sanos. Entre los cientos de sustancias bioquímicas diferentes que circulaban en la sangre de estos individuos, descubrieron que cinco podían utilizarse como biomarcadores para clasificar a los pacientes con depresión refractaria al tratamiento e ideación suicida. Sin embargo, qué cinco podían utilizarse difería entre hombres y mujeres. «Si tenemos 100 personas que no tienen depresión o que tienen depresión e ideación suicida, podríamos identificar correctamente entre 85 y 90 de las personas con mayor riesgo basándonos en cinco metabolitos en los hombres y otros cinco metabolitos en las mujeres», afirma Naviaux. «Esto podría ser importante en términos de diagnóstico, pero también abre una conversación más amplia en el campo sobre lo que realmente está llevando a estos cambios metabólicos», ha detallado.

Aunque existían claras diferencias en el metabolismo sanguíneo de hombres y mujeres, algunos marcadores metabólicos de la ideación suicida coincidían en ambos sexos. Esto incluía biomarcadores de disfunción mitocondrial, que se produce cuando las estructuras productoras de energía de las células funcionan mal. «Las mitocondrias son algunas de las estructuras más importantes de nuestras células, y su alteración es la causa de numerosas enfermedades humanas», añade Naviaux. Las mitocondrias producen ATP, la principal moneda energética de todas las células. El ATP es también una molécula importante para la comunicación entre células, y los investigadores plantean la hipótesis de que es esta función la que está más desregulada en las personas con ideación suicida.

«Cuando el ATP está dentro de la célula, actúa como una fuente de energía, pero fuera de ella es una señal de peligro que activa docenas de vías protectoras en respuesta a algún factor estresante del entorno», explica Naviaux. «Nuestra hipótesis es que los intentos de suicidio pueden ser en realidad parte de un impulso fisiológico mayor para detener una respuesta de estrés que se ha vuelto insoportable a nivel celular», ha apuntado. Dado que algunas de las deficiencias metabólicas identificadas en el estudio se encontraban en compuestos que están disponibles como suplementos, como el folato y la carnitina, los investigadores están interesados en explorar la posibilidad de individualizar el tratamiento de la depresión con estos compuestos para ayudar a llenar los vacíos en el metabolismo que son necesarios para la recuperación. Naviaux se apresura a añadir que estos suplementos «no son curas».

¿Una varita mágica?

«Ninguno de estos metabolitos es una varita mágica que revierta por completo la depresión de alguien», afirma Naviaux. «Sin embargo, nuestros resultados nos dicen que hay cosas que podemos hacer para empujar el metabolismo en la dirección correcta para ayudar a los pacientes a responder mejor al tratamiento y, en el contexto del suicidio, esto podría ser suficiente para evitar que la gente cruce ese umbral», ha argumentado. Además de sugerir un nuevo enfoque para personalizar la medicina de la depresión, la investigación podría ayudar a los científicos a descubrir nuevos fármacos dirigidos contra la disfunción mitocondrial, lo que podría tener amplias implicaciones para la salud humana en general. «Muchas enfermedades crónicas son comórbidas con la depresión, porque puede ser muy estresante enfrentarse a una enfermedad durante años», afirma Naviaux. Por ello, reitera que, si es posible encontrar formas de tratar la depresión y la ideación suicida a nivel metabólico, también se podría ayudar a mejorar los resultados de las muchas enfermedades que conducen a la depresión. «Muchas enfermedades crónicas, como el trastorno de estrés postraumático y el síndrome de fatiga crónica, no son letales en sí mismas a menos que conduzcan a pensamientos y acciones suicidas. Si la metabolómica puede utilizarse para identificar a las personas con mayor riesgo, en última instancia podría ayudarnos a salvar más vidas», ha concluido.