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Vivimos en una era crucial donde la necesidad de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles se vuelve más evidente cada día que pasa. La transición hacia vehículos eléctricos, tanto en tierra como en el mar, se presenta como una solución imperativa para combatir el cambio climático y avanzar hacia un futuro más sostenible.

Pero las Infraestructuras de Carga son un obstáculo en el camino; en lugares como las Balears, la transición hacia vehículos eléctricos se ve desafiada por la escasez de infraestructuras de carga en ciudades y carreteras. La limitada presencia de torres de carga puede generar incertidumbre en aquellos que consideran hacer el cambio. Sin embargo, superar este obstáculo requiere una visión a largo plazo y un compromiso firme con la creación de una red de carga sólida y accesible que el nuevo ejecutivo político debe considerar.

Incentivar electrolineras en vez de gasolineras sería un inicio que muchos esperan con ganas, pero ¿por qué no pasa? ¿Qué intereses son los que paralizan esta transición energética en tierra y mar de Balears? Las soluciones son obvias ya que países y ciudades europeas ya están ofreciendo incentivos para la adopción de vehículos eléctricos y ayudas a las empresas para asumir la transición energética.
El gobierno debe desempeñar un papel crucial al ofrecer subsidios y reducciones fiscales para la compra de vehículos eléctricos. Estos incentivos no solo hacen que los vehículos eléctricos sean más asequibles, sino que también estimulan la demanda, pero debe eliminar los incentivos a los combustibles fósiles, sobre todo los incentivos a empresas profesionales que aún no se han preguntado cómo van a cambiar sus líneas de negocio en estos próximos años…

Para crear una infraestructura solida que de confianza al usuario la inversión en torres de carga tanto en áreas urbanas como rurales es esencial. Las colaboraciones público-privadas pueden acelerar la instalación de estaciones de carga en las propias gasolineras, eliminando la preocupación sobre la autonomía limitada.

Es imprescindible la educación y la información al público sobre los beneficios ambientales y económicos de los vehículos eléctricos y no dejarse llevar por la publicidad de los negacionistas o campañas pagadas por el sector de los combustibles fósiles. Las campañas educativas pueden disipar mitos y destacar la importancia de hacer la transición energética.

Además de los vehículos terrestres, el desafío en el mar balear está en impulsar una náutica sostenible que también está repleta de mitos falsos y poco interés por parte del sector. La falta de infraestructuras para cargar barcos eléctricos para embarcaciones profesionales es un escollo que limita su adopción. Aun así el mar está muchísimo más preparado que la lámina terrestre ya que todo barco que se precie tiene una torreta de carga normal que para barcos «Slow sailing» que cargan sin problemas en pocas horas nocturnas, con autonomías de más de ocho horas de navegación.
Para abordar este problema propongo a las autoridades de Balears motivar:

Puertos más Sostenibles: Transformar los puertos en centros de sostenibilidad, equipados con torretas de carga inteligentes y sistemas de energía renovable, eficiencia energética en sus instalaciones portuarias, etc.. pueden ser la clave para el cambio.
Incentivos para los usuarios: Ofrecer incentivos fiscales y económicos a propietarios de barcos eléctricos puede aumentar la demanda y acelerar la transición energética en el mar.
Colaboración Empresarial: Empresas e industria náutica pueden asociarse para desarrollar infraestructuras compartidas, haciendo que la transición sea más asequible y eficiente.

Las conclusiones de la COP28 para limitar el calentamiento global a 1,5ºC, sobre el acuerdo establece que se deben reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero un 43% hasta 2030 y un 60% hasta 2035 en relación con los niveles de 2019, y alcanzar las emisiones netas de dióxido de carbono cero para 2050. Uno de los puntos importantes de las conclusiones de la COP28 es eliminar las ayudas a los vehículos con combustibles fósiles de todos los sectores profesionales en tierra y mar, ello debe ir acompañado de unas macro subvenciones al tejido empresarial para que se cambie al eléctrico.

En resumen, eliminar la gasolina y el diésel de nuestras vidas es un paso crucial hacia un futuro más sostenible. Superar la falta de infraestructuras implica una combinación de medidas gubernamentales y locales con incentivos y conciencia pública, que no pasan por prohibir, limitar o multar. Al abordar estos desafíos de frente, podremos allanar el camino hacía un mañana impulsado por energías limpias en nuestra tierra y mar.