Las adicciones a los videojuegos pueden empezar a los doce años.

TW
0

La necesidad extrema de jugar durante horas a un videojuego ya se considera una enfermedad. La Organización Mundial de la Salud la ha incluido recientemente como un trastorno en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE), debido a que genera comportamientos adictivos que, eso sí,deben darse durante un periodo de al menos doce meses aunque puede diagnosticarse antes si el paciente presenta síntomas.

En Baleares sólo en 2018 las unidades de conductas adictivas (UCA) diagnosticaron a 22 pacientes, 19 de éstas eran hombres con edades comprendidas entre los 12 y 21 años. Los tres restantes eran mujeres con problemas por el uso del móvil y las nuevas tecnologías. Por otro lado, en lo que ha transcurrido de 2019 ya se han detectado a siete personas con adicciones relacionadas con las nuevas tecnologías de las que seis son hombres y una mujer.

Es un perfil que encaja con el que llega a Projecte Home donde desde hace dos años pusieron en marcha la primera terapia de adicción sin sustancias de por medio, el Projecte Ciber, que ahora se ve reforzado con el reconocimiento de la OMS. «Hace cuatro años ya teníamos conatos de demandas puntuales con padres preocupados por el uso excesivo de tecnologías y aquí abrimos el debate», explica Jonatan Martinez, subdirector de Projecte Jove.

El perfil de los demandantes va de los 12 a los 18 años, sólo en dos o tres casos ha acudido gente mayor de 25. Además, ya se han hecho casi un centenar de consultas y han atendido a 22 pacientes.

La primera alarma para detectar un problema serio de adicción es el fracaso académico. «Van mal las notas y sospechan. Se dan cuenta de que en el tiempo que utilizan la tecnología para hacer los trabajos de clase, en realidad hacen otra cosa».

En Projecte Home no dudan en asegurar que el 99 % de los pacientes de esta terapia llegan al extremo «por falta de control parental», es decir, no tienen límites de horarios ya sea porque no hay presencia de los padres o porque se dejan los dispositivos al alcance de menores.

«Cuando un menor llega con un uso mayor del adecuado, tienen una adicción de manual», asegura Martínez. Eso sucede cuando jugar a un videojuego, o consultar el teléfono «se te escapa de las manos y dejas de tener un control sobre tu qué hacer diario». En un proceso como éste, explica el experto, se genera tolerancia a la tecnología y el cerebro pide más. «Se despierta la dopamina, el sistema de recompensa cerebral es el mismo que cualquier otra adicción».