Los expertos creen que habrá más enfermedades mentales asociadas a la ansiedad y a la depresión. En ese sentido, recuerdan que, la mayoría de las veces, detrás de un suicidio hay una enfermedad y quieren estar preparados para dar la mejor respuesta.

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«Las personas que estaban mal en 2019, ahora están peor y hemos subido las dosis pero no incrementan los pacientes tratados». Es la conclusión a la que llega el psiquiatra y coordinador autonómico de Salud Mental, Oriol Lafau, tras comparar los datos de consumo de antidepresivos y ansiolíticos de 2019 con los de 2020.

Unas 191.206 personas de Baleares se trataron, con este tipo de medicamentos, algún problema de salud mental el año pasado. El porcentaje es incluso algo inferior que el anterior, un 0,4 % menos. Sin embargo aumentaron un 4,8 % el consumo de ansiolíticos y un 5,6 % el de antidepresivos entre estas personas y la tendencia es ascendente a medida que pasan los meses.

Las cifras son sorprendentes e incluso positivas, «porque la avalancha que esperábamos todavía no ha llegado», explica el experto del Govern. «Yo creo que en realidad, la población ha sabido gestionar muy bien emocionalmente el tema de la pandemia y ha acudido poco a servicios de salud mental».

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Otra de las lecturas posibles es que la fatiga pandémica todavía pueda dejar secuelas o, en su defecto, la crisis económica a la que muchas familias se ven abocadas a causa de la pandemia. «Dentro de unos meses las cosas cambiarán de nuevo y se verá el aumento, pero de momento no, y me deja muy sorprendido», dice el doctor Lafau.

La cuarta ola anunciada, la de la salud mental, crece pero no está aquí. Y se puede ser rotundo porque «el dolor emocional es bastante insoportable», advierte el también psiquiatra que asegura que «la gente no espera para tratarse».

Lafau distingue dos etapas definidas en la pandemia de la COVID-19. Primero el confinamiento, cuando no sólo no aumentaron los casos sino que «se redujeron a la mitad el número de personas que acudieron a Urgencias y los ingresos hospitalarios por ese motivo», y el periodo de después. «Desde finales de junio, tenemos la percepción de que ha empezado a haber un aumento de casos, sobre todo de trastornos de ansiedad y de depresión, que son los dos cuadros más influenciables por la situación social. Deducimos que la incipiente crisis social y económica que ya se está empezando a notar ahora afectará, como todas las crisis, a la salud mental de la población», explica el especialista.

La crisis de 2008 supuso un aumento del 13 % en las consultas de salud mental y estiman que ahora «llevará un aumento mucho mayor que todavía está por llegar», concluye.