Imagen de un pasillo de Son Espases. | Emilio Queirolo

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La pandemia invisible cada vez se hace más visible. Aunque se hable poco y en voz baja de la depresión posparto es, en realidad, un padecimiento relativamente habitual. Solo hay que echar un vistazo a las estadísticas: 1 de cada 4 mujeres sufren algún problema de salud mental durante el embarazo y el nacimiento. En el 50 por ciento de los casos, los síntomas se originan durante la gestación y la depresión posparto, una patología compleja y rodeada de sentimientos de culpa, se hace evidente durante el primer año de vida del infante. Los síntomas pasan por la sensación de agobio, el llanto persistente, la falta de lazos de afecto con el bebé y las dudas sobre la propia capacidad para cuidar de una misma y de su hijo.

Lydia Gómez, psicóloga clínica del Hospital de Son Espases y especialista en salud mental perinatal, apunta que «la depresión es la complicación más frecuente durante la gestación, por encima de cualquier otra patología. Pero aunque es un problema de salud que se puede tratar, se sigue hablando poco de la depresión posnatal y, para muchos, sigue siendo un tema tabú. Hacen falta más profesionales especialistas en este campo y, sobre todo, hay que visibilizarlo más. Es vital», recalca la sanitaria. Solo un dato para darnos cuenta de la magnitud del problema: el 20 % de las mujeres que fallecen un año después de dar a luz es por suicidio.

El Hospital de Son Espases, por ejemplo, puso en marcha en 2019 el programa de salud mental perinatal, por el que ya han pasado 160 mujeres, y que abarca el tratamiento desde la misma concepción (si hay antecedentes de problemas de salud mental), el embarazo y hasta un año después del nacimiento del hijo. Pero Lydia Gómez prefiere quitar hierro al aumento de las cifras, que achaca a que hay más comunicación entre especialistas: «Hay más concienciación y, por lo tanto, más derivaciones».

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Lydia Gómez, psicóloga clínica del Hospital de Son Espases y especialista en salud mental perinatal. FOTO: MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS

Gómez subraya que si una mujer tiene antecedentes de salud mental, las posibilidades de un cuadro depresivo durante el embarazo o la etapa posterior aumentan exponencialmente, ya que es un período de mayor vulnerabilidad que implica riesgos tanto para la madre como para el bebé. Mientras que otros factores de riesgo son las madres que no tienen pareja, que tienen problemas económicos o que han sufrido violencia de género son las que mayor riesgo tienen», apunta.

En este sentido, la psicóloga clínica señala que para detectar que algo le está sucediendo a la madre hay que estar muy atentos a pequeños detalles como que esté más irritable de lo habitual, le cueste concentrarse y tenga dificultades para tomar decisiones respecto a su hijo; sin olvidar la sensación de culpabilidad. «Como acaban de ser mamás, les cuesta verbalizar que se sienten mal. Parece que tienes que ser una superwoman, que por ser madres, no puedes sufrir», apostilla.

«La depresión posparto no hay que confundirla con lo que llamamos maternity blues, la tristeza posparto que se produce las 48 horas posteriores al nacimiento. Es un cuadro transitorio ocasionado por un cambio hormonal que se resuelve rápido. Cuando se trata de depresión, requiere de intervención psicológica, y en los casos más graves, valoración psiquiátrica combinada con tratamiento farmacológico».