Alumnos en un aula de la UIB. | Pere Bota

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El problema de la falta de personal en las empresas se nutre de diversos desajustes de base, entre ellos un cóctel verdaderamente nocivo: la salida al mercado laboral de jóvenes sin la preparación adecuada que a su vez se topan con un panorama cada vez más desalentador y poco adaptado a sus expectativas.

Así lo ve Pau A. Monserrat, consejero del Consell Econòmic i Social de Balears (CES) y profesor de Economía Financiera en la UIB, quien lamenta que el sistema educativo está enviando a las facultades gente sin la cultura del sacrificio y del esfuerzo que se le va a requerir primero en la universidad y luego en el mercado laboral, «cada vez más exigente y depredador».

Esa es, al menos, su percepción y la de compañeros suyos en el ámbito universitario. «El sistema educativo ha ido cambiando y ese cambio no ha beneficiado a nuestros jóvenes». Esos cambios, explica, han ido dirigidos a reducir el fracaso escolar y la vía seleccionada ha sido la de simplemente facilitar el aprobado de los alumnos. «La clave no está en hacerlo más fácil, sino en más interesante y más útil para su futuro en el mercado de trabajo». Como resultado, «te encuentras con alumnos que vienen de la Secundaria y no saben estudiar, ni siquiera toman apuntes... Les tienes que explicar todo lo básico; es un fracaso de todo el sistema».

El problema, por tanto, es principalmente de ese sistema, incapaz de actualizarse o de inculcar la mentalidad de esfuerzo que requiere un tejido empresarial cada vez más exigente, también en la educación superior. «Se están creando espacios congelados de conocimiento en las universidades, asignaturas que se imparten igual que hace años y sin actualizar contenidos».

Por su parte, desde PIMEM, su presidente, Jordi Mora, incide también en la parte de responsabilidad de las propias empresas, las cuales «muchas veces no estamos ofreciendo lo que demandan en términos no solo de salarios, sino de horarios, conciliación, promoción...».