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Raül Riudavets es, ahora mismo, el corredor más envidiado del panorama menorquín. El de Es Mercadal participará a partir del domingo en la Marathon Des Sables, una carrera emblemática que se celebra dividida en seis etapas en el desierto del Sáhara para un total de 240 kilómetros. "Una auténtica aventura", reconoce el menorquín, que lleva más de seis meses sometido a un entrenamiento brutal para acabarla.

"Si te soy sincero me tiene más estresado el hecho de preparar la maleta que no la carrera en sí", razona el protagonista con su característico humor, mientras admite, como si de un secreto se tratara, "mira que he probado muchas marcas de comida deshidratada pero es realmente mala, no tiene sabor". No faltará en su petate algún caprichito como "unas pastillas de chocolate bien envueltas para que no se derritan o unas lonchas de jamón ibérico".

Un ejemplo de desayuno que el de Mercadal se autoservirá durante la prueba consiste en "combinar en un batido un sobre de Meritene, dos cucharadas de leche en polvo sin lactosa, cuatro galletas trituradas y un puñado de frutos secos machacados. En total, unas 400 calorías".

La peculiaridad de esta prueba no solamente reside en el marco donde se disputa, sino que al tratarse de una carrera de autosuficiencia, los participantes deben cargar durante toda la aventura con el material que crean necesario, a excepción del agua, que la pone al inicio de cada etapa la organización. Desde el saco para dormir hasta la comida especial que ingerirán durante las seis etapas, pasando por el papel higiénico o las prendas de vestir que usarán estos días, aunque Raül no se complica: "Me llevaré únicamente un conjunto de ropa y una muda de calcetines para la etapa larga".

¿Etapa larga? Para el común de los mortales participar en la carrera parece poco menos que utópico. Aunque en cada edición la información de cada etapa permanece en privado hasta el día de la entrega de dorsales -el sábado, día 5-, la aventura consiste aproximadamente en encadenar tres etapas de unos 38 kilómetros, una de 80, la más exigente, una maratón de 42 kilómetros y una última salida, de unos 20 kilómetros, cuyo carácter es más solidarios ya que todos los participantes compiten en grupo, ya sin clasificaciones ni tiempo, luciendo una camiseta conmemorativa que, en este caso, será de Unicef.

La preparación

Riudavets, que fue tercero en la primera edición de la Trail Camí de Cavalls disputada en 2012, empezó su entrenamiento específico para esta locura en octubre, cuenta. Lo hizo al amparo del reconocido preparador físico mallorquín Dani Salas. Su exigente y agotadora rutina se ha dividido en el siguiente plan: "Empezamos haciendo mucha musculación en el gimnasio para coger fuerza, luego, reduciendo el tiempo en la sala de fitness, empezamos a correr con peso. Durante la carrera mi idea es llevar unos 9 kilogramos con el agua incluida", razona un Raül, que además estos meses se ha habituado a correr por la playa para acostumbrarse a la arena, "aunque no tanto como la gente podría pensar porque mi entrenador no es partidario de abusar en las playas porque pueden provocar lesiones".

El punto estrella del entrenamiento, por el que otros corredores de la Isla se han interesado, ha sido correr con una rueda. "Según mi preparador arrastrando una rueda de unos 8 kilogramos se gana fuerza para correr por la arena sin que haya tanto riesgo de lesión", añade. Ocho meses de entreno en solitario durísimos, amenizados en alguna ocasión con la compañía de otro corredor, el también mercadalense Joan Galmés. "Será muy bueno si sigue así", admite Riudavets.

¿Qué estrategia seguirá en la carrera? "Quiero acabar. Sé que los primeros días los condicionantes serán muy positivos para salir muy rápido porque llegaré descansado de casa, bien comido, sin molestias... Pero con el paso de los días las cosas irán cambiando y el final se puede complicar mucho", opina. "Tengo claro que soy un privilegiado porque puedo hacer esto gracias a mi familia, que me apoya muchísimo y a los que creo que no les agradezco lo suficiente los esfuerzos que hacen", explica el runner, cuyo objetivo es "confío en que esta experiencia me llene, más allá de la clasificación quiero disfrutar, vivir el compañerismo del que tanto se habla, poder compartir mi comida con algún compañero que no haya traído suficiente, o ayudarle a llegar a meta, aquí la gente prioriza el hecho de ayudar a quedar más arriba o más abajo en la clasificación". Ir más allá, "quiero valorar las cosas que aquí son normales como un vaso de agua o un plato de comida".

Un ejemplo del especial espíritu que se vive entre estos auténtico devoradores de kilómetros y de arena es que "todos los corredores le hacen un pasillo aplaudiendo fuerte al último que llega a meta".

Rumbo al Mont-Blanc

Para Riudavets, si todo sale como espera, el 2014 será un año inolvidable. A su aventura por el Sáhara de estos días se unirá, a finales de agosto, la participación en la Ultra Trail Mont-Blanc, una de las carreras de trail más conocidas a nivel mundial y cuyos 168 kilómetros con 9.600 metros de desnivel positivo transcurren entre Francia, Suiza e Italia. "No es fácil que te seleccionen para poder participar así que si me ha tocado no puedo dejar escapar esta oportunidad", concluye.