Los de Lluís Arbalejo lograron ganar lejos de Maó - Archivo

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El Alcázar sumó ayer su cuarta victoria de la temporada, primera a domicilio, en un partido loco, en el que las defensas brillaron por su ausencia, lo que permitió que el tanteo final fuera más elevado de lo habitual (86-97).

Desde el inicio, se pudo intuir que el de ayer sería un partido alocado y sin orden. Ambos conjuntos olvidaron apretar los dientes en defensa y se volcaron en el juego de ataque, con rápidas transiciones y sin elaboración. Esto provocó muchos errores de cara al aro rival, dando segundas y hasta terceras oportunidades para anotar. A pesar de ello, el Alcázar pudo abrir una pequeña brecha y llegó al final del primer cuarto con una ventaja de cinco puntos (23-28).

El segundo parcial se inició igual que el primero. La falta de control, las idas y venidas a de una canasta a otra y la falta de defensa volvieron a enfadar a los entrenadores de ambos conjuntos, que no encontraban soluciones para tranquilizar el juego. Con todo, el Alcázar se fue al descanso con ocho puntos de ventaja (46-54).

A la vuelta de los vestuarios, el partido se rompió de manera definitiva. El Adesavi San Vicente dio un bajón incomprensible. Esto, sumado al gran acierto de Dani García en el tiro permitió que los rojillos se fueran en el marcador. Un parcial de 10-0, que situaba el luminoso en un 46-64, dejaron el partido visto para sentencia. A partir de ahí, los visitantes se dedicaron a controlar el tempo y, con un dominio aplastante bajo los aros y la calma necesaria para hacer una buena selección de tiros, el Alcázar fue aumentando las diferencias, hasta situar un aplastante 59-86 en el marcador.

Sin embargo, la emoción volvería en el último cuarto. El Alcázar se relajó y los locales fueron recortando de manera vertiginosa, hasta bajar de la barrera de los diez puntos. Los de Arbalejo reaccionaron para volver a enchufarse en el partido y cortar las alas al conjunto local.