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Se acabó. Ayer se anunció oficialmente el final de lo que se inició hace 62 años. Un proyecto iniciado a partir del histórico club de La Salle Mahón, que logró aglutinar a toda una isla entorno al proyecto del Menorca Bàsquet.

En medio, todo un mundo de situaciones en lo deportivo, en lo social y en lo económico. El pasado 9 de junio el equipo de Berrocal lograba el ascenso a la Liga Endesa deportivamente, venciendo en Melilla. Se tocaba el cielo con el tercer ascenso en siete años de la historia del club en las alturas de la ACB o de la LEB Oro.

Pero la mala situación económica, la fallida gestión heredada, las peores previsiones y todo lo que ustedes quieran (¿políticos?) han hecho que, en poco más de un mes, el Menorca Bàsquet se haya precipitado al abismo.

Cuando se buscan culpables, las mentes echan tanto humo como las redes sociales. En Menorca, con el basket, son básicamente una mezcla de lamentos, rabia y 'ya te lo decía yo'.

Ahora, los seguidores del club solo pueden vivir del recuerdo. Desde aquel play-off ante el León en la primavera del 2005, cuando los Tisi Reynés y compañía llamaron a la puerta de la ACB como si fueran intrépidos pioneros.

Y tantos partidos contra la 'Galaxia' del Barça, el Madrid, el Baskonia... Y todas las salvaciones, las 'finales' contra Manresa o Murcia...

También recordarán tantos nombres de tanta gente. El primero, quizá, reúne lo mejor y lo peor. El principio de un sueño y el inicio de su final. No dice nada. No quiere hablar. No se le ve. Se llama José Luis Sintes.