El potencial de Ibon Miralles se diluye en tareas de dirección | Javier Coll

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MT SANT LLUÍS 35
CB SALT 60

Se acabó. El cuerpo y, sobretodo, la mente de los jugadores del Menorca Talaiòtica Sant Lluís han agotado el bono de resistencia anímica que adquirieron, a conciencia, cuando se comprometieron con el proyecto. Creyeron que, en el transcurso de la temporada, la plantilla adquiriría el formato competitivo mínimo para estar en la categoría. Y se conjuraron para aguantar contra viento y marea hasta que estuvieran todos.

La plenitud del grupo, empero, se ha hecho de rogar. La nómina de personal sigue inconclusa. Y en el ecuador del mes de enero la relativa fortaleza exhibida por momentos del grupo que habita en Ses Canaletes se ha venido definitivamente abajo. El Salt, un plantel con su atractivo, como todos los que moran esta conferencia, se llevó la victoria casi sin salir del hotel con vistas al puerto de Maó en el que se hospedaron.

La fragilidad en la posición de base del Sant Lluís es notable, rotunda, clave. Y el rival, éste y cualquiera, castiga desde el salto inicial un déficit que ya ni el cuerpo técnico ni los jugadores saben ni pueden esconder. Invertir el talento de Artiles o Miralles o las prestaciones de Piris en una posición que no les corresponde es restar potencial y posibilidades de competir en plenas facultades.

Falta un director de juego, puro, como mínimo. La articulación de las posesiones menorquinas es previsible, lenta, inconexa y resuelta, si se puede, desde la solución individual. Sin factor sorpresa, ni dinamismo. El Sant Lluís generó ayer dos canastas colectivas. Una puerta atrás de Piris y una penetración con balón doblado que resolvió Muñoz.

El equipo tampoco corrió. El capitán culminó el único contraataque local a 2:47 del final. La defensa fue blanda, sin ayudas o tardías. Las piernas no respondieron. El listón defensivo fue tan bajo, que todo incremento de intensidad fue castigado con falta.
Y en ataque, la agresividad que aplicó a su juego el Sant Lluís se resume en el número de veces que acudieron a la línea de personal: cero. Carentes de convicción y confianza, los jugadores insulares transitaron sobre el parqué en una suerte de desfile hacia el degolladero. La suerte estaba echada y se reflejó con prontitud en la pista.


Impotencia

Éric Surís, técnico del Salt, aplicó unas rotaciones infrecuentes ante un rival a la deriva. El espejismo inicial (5-2) fue correspondido con un 0-9 que, aunque sofocado puntualmente por un triple de Seguí (12-13), fue respondido para cerrar el acto con otro de Pascua.

El equipo catalán no tuvo necesidad de forzar la máquina en ningún momento. Parapetado en alternativas zonales, algunas con presión a toda pista, le bastó con anotar dos canastas por cada una del Sant Lluís para encaminarse a su séptimo triunfo. 16-26 al descanso, con 4 puntos del bando local.

El segundo tiempo fue eterno, ante la evidencia de la derrota. Espinosa, con 9 puntos, dirigió el electrónico hasta la insalvable diferencia de veinte (23-43). No hubo la más mínima reacción santlluïsera. Y, sin base, no la esperen.