Un jugador fiel. Jovent d’Alaior, Sant Lluís y Ferreries han disfrutado en diferentes y prolongadas etapas de las prestaciones y el compromiso de Kiko Camps

TW
1

El balón ya no volverá a botar, ya no hará sonar la red, proyectado por sus manos. Ya no en un partido oficial. Kiko Camps Cardona (Alaior, 1974) ha decidido que le ha llegado el momento de colgar las botas, de apartarse de las canchas como protagonista activo. Prefiere dejarlo ahora, con la ilusión por jugar intacta, antes que la apatía o algún contratiempo físico le aparten de su actividad deportiva preferida. Ha acabado donde empezó, en Ferreries, aunque su Alaior natal y Sant Lluís han sido también referentes destacados en su trayectoria.

Se retira un clásico de las pistas menorquinas y autonómicas. Kiko Camps es uno de esos varios especímenes que han desafiado y derrotado a Chronos, dios griego del tiempo. Ha resistido hasta los 43 años -Nesto Sintes, con 45, le supera-, respetado por las lesiones, «apenas algunas sobrecarga en la espalda o los gemelos, pero nunca nada grave», apunta. La decisión es definitiva, no hay marcha atrás, «es el momento, antes que se agote la ilusión por competir o que se cruce en el camino una lesión importante. Mejor dejarlo a tiempo». Se aparta tras un par de fintas anteriores, ante las que sus defensores (equipos) no picaron y le mantuvieron en activo.

Y lo deja en la primera línea de juego, habiendo sido hasta el final una 'estrella' al servicio del grupo. Capaz por igual de desactivar al referente del equipo rival, de generar intangibles, que de echarse la responsabilidad a la espalda para sumar veinte puntos y 'salirse' en la valoración individual. Aún hoy, superados los cuarenta, ha ganado algún partido con un triple sobre la bocina articulado por su privilegiada muñeca.

El Kiko Camps baloncestista nació en Ferreries, ya con 14 años. Por aquel entonces jugaba, ¡oh, sorpresa!, «a fútbol como todos. El baloncesto se limitaba a pachangas». En Alaior no había equipo cadete en ninguno de los dos clubes de la época -el Jovent estaba por gestarse- y partió rumbo al castillo de Santa Àgueda. «Jugaba de pívot, porque ya a esa edad medía lo mismo que ahora», 180 generosos centímetros. Dos temporadas de azul y grana y de vuelta a casa para estrenar categoría juvenil, ahora ya sí, en el Jovent.

Alterna con el primer equipo hasta que, con 18 años, Rober Bonvehí le hace un hueco fijo en la plantilla y lo pone a jugar de base. Con el paso del tiempo, Camps buscó acomodo y máxima eficiencia en sus prestaciones desde la posición de escolta. «Definitivamente he sido siempre un 'dos', creo que en realidad por condiciones era el único sitio en el que podía jugar», argumenta. Campeones de Autonómica y ascenso a Primera Balear.

Entonces se cruza en su camino Paco Seguí, presidente del CCE Sant Lluís, por quien siente auténtica veneración y al que será fiel durante doce años, escribiendo numerosas páginas destacadas en la máxima competición del archipiélago balear. Su ocupación laboral le obliga a trasladarse a Alcúdia. Serán dos años en los que se mantendrá activo en la autonómica mallorquina.

De regreso, echa un cable como ayudante del equipo femenino de Es Mercadal. Sin embargo, en febrero Toni Pons de Coca, entrenador del Ferreries, requiere de sus servicios tras sufrir Lluís Piris una grave lesión. Esa ayuda puntual se prolongará cuatro temporadas.

Clubs al margen, Kiko Camps no para de dar nombres que han marcado su itinerario deportivo. Entrenadores: Rober Bonvehí, Biel Tudurí, Gino Rovellada (ocho años en Sant Lluís), Josep Garriga, Toni Pons de Coca, «de todos me quedo con lo mejor». Compañeros: Damià y Kike Soriano, Paco Barber, Jaume Palmer, Juan Murillo, Sergio Muñoz, Xavi Gomila... «y no acabaría. Incluso pongo por delante la amistad que hicimos».

Futuro

Tras cerrar definitivamente su ciclo como jugador, Camps reconoce que el Ferreries le ha «tentado» para echar un cable desde la banda, para transmitir su experiencia, conocimiento e ilusión a «una juventud carente del compromiso y la constancia de antes». Y como espectador, ve con buenos ojos el incipiente Bàsquet Menorca, «le dije a Miki (Ortiz) que la idea me parece perfecta, siempre que sea sostenible y mantengamos los pies en el suelo. Menorca necesita un proyecto así y subir deportivamente hasta donde se pueda».

Si tú, lector practicante del deporte de la canasta, en las últimas tres décadas no has salido rebotado tras chocar con su portento físico, no has intentado zafarte de su defensa con un bloqueo estéril, no les has defendido al poste bajo o has punteado uno de sus triples ineficazmente... Tú, lector practicante del deporte de la canasta, no has jugado a baloncesto. Kiko Camps, el obrero de la canasta insular se retira.