El pívot neerlandés del Hestia Menorca Menno Dijkstra, durante el salto inicial del partido que el sábado pasado el equipo menorquín ganó al Palma, un registro indicativo de la dinámica alcista con la que el equipo insular empezará el curso 2021. | E. Queriolo

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Carpetazo a la pretemporada. Cuatro partidos amistosos, tres de ellos ante rivales de estatus superior, para incluir un trío de satisfacciones con un par de victorias que lucen, quedan como pasado inmediato para el Hestia Menorca, cuyo futuro inmenente, este sábado, siempre que el coronavirus no lo impida, refiere a aparcar las probaturas para iniciar de modo oficial ante el Basket Navarra en Maó la temporada 2020/21, tercera consecutiva que el club insular agotará en LEB Plata.

Una campaña que se presenta, para el principal estandarte del deporte menorquín, tan extraña como ilusiona en su preámbulo. Por un lado, la eclosión de la pandemia, además de obligar a cancelar el curso previo en el mes de marzo, ha generado un escenario inédito en cuanto a la disección y desarrollo de los entrenamientos, como también en el modo y fórmula de concertar y disputar partidos amistosos –lo que por ejemplo ha motivado que el equipo menorquín haya prescindido en su hoja de ruta del tradicional partido de presentación en Maó–, por no aludir al limitado espacio que se destinará, por el momento, a los aficionados (en la Isla se trabaja, en ese sentido, sobre una gráfica que contempla un millar de espectadores por cita en Bintaufa, que el club confía se podrá incrementar a dos mil, quizá más, a partir de noviembre).

En conjunto, un ramillete de circunstancias sin precedentes para conceder continuidad a la nueva normalidad, impensable hace solo un año, que está condicionando a la sociedad en su cómputo y el deporte en particular.

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