Los jugadores del Collerense celebran el primero de los tres tantos - Paco Sturla

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No merecció el Penya ciutadella la derrota de ayer, pero la realidad es que encajó la tercera seguida y con la problemática de las bajas se antoja un parón navideño con bastante trabajo en el seno de Son Marçal. De momento la clasificación no es preocupante, pero sí la dinámica negativa que unida a los pocos efectivos hacen que cierre el año con sensaciones negativas por lo que no puede despistarse para frenar el descenso clasificatorio.

El de ayer fue un partido como otros muchos. Equilibrio, sin un dominador claro, con alternativas y que de nuevo se decantó para el bando visitante con casi todo de cara. No mereció perder pero sí debió haber sabido controlar el 'tempo' cuando se puso por delante mediada la segunda mitad.

Mejor no pudo comenzar el encuentro. Primera jugada de ataque y gol. Centro desde la banda, Edgar remató, el meta no atajó y Llonga, atento, empujó a la red.

El gol en contra no desbarató al Collerense que se fue imponiendo en el centro del campo. Trenzó con criterio, sin complicarse ante un Penya dubitativo. En un saque de esquina llegó el empate. Ivo sacó cerrado y fuerte y Biel no atinó a sacar el balón. Gol olímpico y vuelta a empezar.

El juego se desarrolló mayoritariamente en terreno local, hasta que en los minutos finales el Penya sacó casta y equilibró el juego. En la mejor jugada, Macià subió la banda, centro, Camps no llegó y Llonga, a bocajarro, falló cuando público y banquillo ya celebraban el gol.

En la continuación, el Collerense siguió mostrando porqué saca más puntos a domicilio. Se encontró a gusto ante un Penya al que le costaba poseer el esférico. Pero el fútbol es así y, lo que son las cosas, los de Mori volvieron a adelantarse en el marcador. Llonga envió el balón a Edgar, a éste se le quedó el balón atras y Llonga, sin pensarselo, cazó el balón y disparó duro y raso para sorprender a Dustin, y a muchos de los presentes. Ahí pudo estar la clave.

El partido se convirtió en un correcalles, con continuas interrupciones, tarjetas, cambios, que no conducían a nada. Y en una de esas, penalti de Biel sobre Juanan. Ivo no perdonó y volvió a equilibrar el tanteo. Era justo.

Mori recolocó a algunos de sus hombres sin suerte. El árbitro pudo errar al perdonar la expulsión al defensa que derribó a Llonga cuando se iba hacia la meta aunque algo escorado. Y el jarro definitivo, llegó en un balón mal despejado, que Juanan empalmó desde la frontal para poner el balón entre la estirada de Biel y la cepa del poste. Duro castigo antes del parón para un Penya que retrocede posiciones.