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Ver a los Huéscar peloteando como lo que son, padre e hijo, resulta maravilloso. No solo porque lo hagan bien sino porque los dos esbozan una sonrisa que engancha. Más Ramón padre, de 55 años, que a finales de los 80 gobernaba a base de goles en las áreas que el Alaior de Tercera frecuentaba. Su hijo, también Ramón Huéscar, además de Camps por su madre Susana y de no más de 16 años, esconde más su sonrisa consciente de que para él el fútbol puede dejar de ser un juego en breve. 19 goles en 24 partidos con el juvenil de Liga Nacional de Menorca lo colocan en lo alto de la tabla de goleadores pero también, en una época en la que los talentos andan muy rebuscados, en una perla preciada para algunos clubes que ya han llamado a su puerta. «Va por buen camino, cumple los plazos», avanza Ramón padre, al que se le ilumina el rostro cuando habla de su hijo.

«Tiene cosas que me recuerdan a mi pero creo que le falta un poquito de sangre», analiza el que fuera jugador del Alaior, entre otros, a finales de los años 80. «Tiene razón, me lo suelen decir, por eso últimamente estoy más concentrado en el campo y más agresivo aunque intento trabajar este aspecto». ¿La receta? «Trabajo físico, mental y acompañarlo de la convicción de querer cuidarse, pero esto sucede en más cosas en la vida, no solamente en el fútbol», agrega el muchacho.

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