Un ‘once’ rojiblanco durante la presente temporada en el preludio de un partido; el Mercadal quiere adentrarse en la leyenda del fútbol local | Javier Coll

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David Mas premonizó días antes del desplazamiento que un empate ante el Constància «podía ser muy bueno» para el Mercadal. El discurso, razonado en base a los duros compromisos a dirimir por Binissalem y Poblense, los rivales directos por lograr la cuarta plaza de la clasificación además del cuadro de Es Raiguer, ha alcanzado pleno sentido una vez disputada la penúltima jornada de Liga en Tercera División.

El Formentera pudo con el equipo binissalamer y la Peña Deportiva con el pobler, unido al 2-2 conseguido por el cuadro de Lluís Vidal en Inca, sitúa a este en el escenario ansiado. El Mercadal depende de ganar la próxima jornada en casa al Collerense, duodécimo y sin aspiración clasificatoria ninguna, para materializar la primera incursión de su historia en la fase de ascenso a Segunda División B. Un logro de máxima envergadura considerando radio de acción y recursos del entorno en que orbita el club rojiblanco. También en función de su trayecto durante su casi siglo de existencia. El Mercadal estrenó estatus en el actual modelo de Tercera División Balear en agosto de 2008. Menos de siete años para colmar una cumbre impensable hace solo un cuatrienio, más si cabe luego de numerosos decenios instalado en Regional sin pretensiones superiores, y contando con un vestuario donde predomina el producto insular (David Mas, Lacueva, Jeroni, Calero, Joel, Robert, los hermanos Vaquero, Capó... un puñado de esforzados futbolistas que han tomado conciencia de hallarse ante la ocasión de su vida).

Un triunfo. Simplemente un triunfo es lo que precisa el Mercadal para protagonizar el capítulo más brillante de su existencia, el mismo que a punto estuvo de completar hace ahora un año. Entonces, el rival, Platges de Calvià, llegó a la Isla en idéntica situación a como la hará el Collerense, sin objetivos materiales y duodécimo en la tabla. Pero la coyuntura rojiblanca era distinta, al empezar la jornada final desde el quinto lugar –Binissalem en cuarto. Los registros de terceros propiciaron una opción durante esa última jornada de 2014 –y que malgastó el Mercadal, perdió 2-3– que en el presente ya deviene en los prolegómenos. Un matiz brutal. Y nadie en Sant Martí o sus aledaños contempla la posibilidad de emular la decepción anterior, pues la experiencia es un grado. Más que nunca debe serlo.


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