Sergi Enrich, durante el derbi vasco que le enfrentó al Athletic Club en la segunda jornada de liga | EFE

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Y ahora, el Madrid. Después de inaugurar su casillero goleador en Liga BBVA con un par de dianas ante el Getafe, estado de gracia en el que reiteró frente al Villarreal en la jornada inmeditamente posterior con otro tanto –tres en dos partidos, grado de eficacia que ha repercutido en cuatro puntos que mantienen a su equipo, el Eibar, en órbita del sueño europeo–, la que discurre es una semana de lo más especial para Sergi Enrich. No en vano, el único producto menorquín en la 'liga de las estrellas' rivaliza en Ipurúa con el Real Madrid en apenas 48 horas (domingo, 16 horas).

Un lustro después de ser partícipe, entonces en las filas del Mallorca, del estreno liguero del curso 2010/11 ante el coloso blanco (0-0 en Son Moix, el ciutadellenc actuó los 90' en lo que asimismo fue el debut de Mourinho en la dirección merengue), y discurridos un par de años desde que el club de la capital madurase su incorporación para dotar de mayor experiencia a su filial Castilla, el gran gigante blanco se cruza de nuevo en el trayecto de Sergi Enrich.

De uno a otro trazo, un lapso fragmentado entre Huelva, Alcorcón y Numancia para forjar el perfil de atacante que es hoy, curtido a base de goles en el segundo nivel estatal, y que le acredita con los suficientes arrestos, ya afianzado en el máximo nivel, incluso para no proyectar victimismo ninguno ante el club más laureado de Europa. «Si pensara que no se puede ganar al Real Madrid, me quedaría en la cama», ha manifestado en estas fechas el jugador al diario Gara.

Y es que Enrich es  uno de los hombres de moda en el equipo revelación de la competición española. Así lo constata su presencia en varios medios de impacto nacional en los prolegómenos a la visita blanca, segunda de la historia a la plaza armera en liga (0-4 en el único precedente, ocurrido hace doce meses). Gara, As, Diario Vasco... no pocas han sido las publicaciones que han querido pulsar y conocer de cerca a uno de los ídolos del modesto equipo gipuzkoano, para el que afortunadamente quedan lejos aquellas primeras jornadas sin noticias del gol.

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