Panorámica del campo de césped artificial del Sporting de Mahón, contiguo al de hierba natural | Gemma Andreu

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Los campos de césped artificial tal y como se conocen en el presente afrontan su último tramo de vida, a tenor de una nueva normativa que establecerá la Unión Europea y que exigirá que en un límite de ocho años desaparezcan todos los recintos dotados con este sucedáneo de la hierba.

El motivo principal y fundamental, la batalla emprendida por el organismo europeo contra el caucho, elemento primordial en la composición del césped artificial, altamente contaminante, y que será el elemento que tendrá que desaparecer (a su vez, es el que hace que el balón pueda rebotar).

Son varios los estudios que prueban que el césped artificial usado en los campos de fútbol (o en instalaciones para otras prácticas deportivas) son los principales y mayores emisores de microplásticos para con el medio ambiente, en tanto que son superficies fabricadas con polietileno a partir de una base de látex o poliuretano, bajo la que se coloca una capa de arena y normalmente, una capa de granulado procedente de neumáticos reciclados, lo que deriva en un caucho que emite partículas de alto grado contaminante.

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Por tanto, el problema no radica en la hierba artificial y sí en el caucho que proviene de viejos neumáticos, esas ‘bolitas negras’ que incluso hace cerca de diez años un estudio de una universidad norteamericana situó como probable causante de un tipo de cáncer (si bien la investigación, en ese sentido, no prosperó), por lo que una solución sería dar con un material que amortigüe y, por tanto, haga la misma función que el caucho, pero siendo un sustitutivo.

Una solución, a la que aluden desde algunos medios de ámbito nacional, son las versiones más avanzadas de césped, utilizadas por equipos profesionales y conocidas como híbridos, cuya superficie combina césped de plástico con césped natural, pero su coste y mantenimiento en principio es más elevado que el del tapiz artificial que se ha extendido por más de 10.000 campos de fútbol de España, de lo que Menorca no se mantiene como excepción.

No en vano, la totalidad de clubes y equipos federados de la Isla, a excepción del Sporting de Mahón, juegan en campos de césped artificial, superficie que en los primeros años del presente siglo XXI  desterró el antiguo y tradicional campo de tierra. De hecho, hasta el propio club blanquiazul en ocasiones, fundamentalmente para preservar el estado de la hierba del viejo Municipal que se implantó en verano de 1986, da uso a un campo contiguo de césped artificial, que resulta una instalación poco costosa de mantener.

Y es que esa es una de las principales incertidumbres, descifrar qué futuro aguarda al fútbol de formación, amateur o semiprofesional, escenario en el que sus entidades, en un 90 por ciento en suelo español, juegan en recintos provistos de césped artificial con base de caucho, dado que el césped natural o los híbridos, por el momento, reclaman un coste y un rigor mayor en su mantenimiento, que se presume complicado que asuman los propios clubes o la administración, que por otro lado, por medio del Consell, fue la principal impulsora de la llegada a Menorca de un césped artificial que a partir de 2030, según impondrá la Unión Europea, será un terreno prohibido.

El apunte

España, más de 10.000 campos

Según publica el diario Marca, actualmente en España existen más de 10.000 campos de césped artificial y, en los últimos años, a causa del bajo coste de mantenimiento que entraña esta superficie, se ha producido un repunte en su implantación en España (unos 400 al año). Esta normativa que proviene de Bruselas se debe a la lucha contra los microplásticos y sus altos niveles contaminantes para el medio ambiente.