Imagen panorámica del nuevo estadio de Son Moix. | Pere Bota

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Este sábado Son Moix vivirá una cita especial. El Real Mallorca disputará el partido oficial número 533 ante el Celta de Vigo, el último equipo que jugó en el Lluís Sitjar un partido de Primera, en 1999 y será el invitado a la puesta de largo oficial de las nuevas instalaciones de Camí dels Reis. Desde la primera semana de julio de 1999 Son Moix está en funcionamiento. Arrancó con la Universiada que se celebró en Palma ese año y a partir de ahí fue el Real Mallorca quien ha venido utilizando el estadio para disputar sus partidos oficiales. El primero de ellos el 22 de agosto del 99 contra el Real Madrid. Ganó el conjunto visitante por 1 gol a 2 y Carlos Domínguez fue el autor del tanto bermellón.

A partir de ahí ese estadio ha vivido 18 temporadas en Primera División (332 partidos); 6 en Segunda (125) y 1 en Segunda División B (19). Ha disputado 4 partidos de promoción. Ha visto un encuentro de la Intertoto, dos de la fase previa de la Liga de Campeones, tres de la Champions (Arsenal, Schalke 04 y Panathinaikos) y diez de la UEFA. 35 de la Copa del Rey y uno de la Supercopa. Durante estos 25 años (se cumplirán en julio de este 2024), la gran asignatura pendiente ha sido la reforma del campo, la retirada de las pistas de atletismo y acercar al máximo a la afición al terreno de juego.

Pero con todo, los mejores años a nivel deportivo fueron los primeros, con pistas de por medio y con Europa como objetivo. Hasta el año 2004 el Mallorca fue alternando las competiciones domésticas con las participaciones en Europa. El último encuentro ante el Newcastle en marzo de 2004 fue el último que el conjunto rojillo disputó en una competición continental. A partir de ahí el fútbol fue poco cambiando y los tronos europeos de cada vez fueron más difíciles de alcanzar para los equipos de la clase media de la Liga.

El campo fue envejeciendo muy rápidamente y a las primeras de cambio se quedó muy por detrás de muchos de la Primera División. Pero más allá de la estética, el gran handicap que tuvo Son Moix fue la eterna comparación con el Lluís Sitjar. Abandonar el viejo campo de Es Fortí fue un trauma para los seguidores del Mallorca. Tanto para los más veteranos como para los que habían ido enganchándose al equipo tras el ascenso en Vallecas y posteriormente con Héctor Cúper, cambiar de recinto fue una experiencia que no entusiasmó casi a nadie.

Vista aérea tomada este mes del estadio de Son Moix. Al fondo puede verse parte del velódromo.
Imagen aérea de los movimientos de tierra en Son Moix el año 1997

Pesaban mucho los años del Sitjar y han pesado durante muchas temporadas en esta época moderna. Sin embargo, la reforma que ha ejecutado en la actualidad el Mallorca ha conseguido minimizar esa sensación de nostalgia permanente que envuelve a los aficionados rojillos.

La eliminación de las pistas, la conexión con el proyecto y la identificación con el equipo ha conseguido dejar atrás el pasado porque ahora, por fin, los aficionados vuelven a tener la sensación de ver un partido de fútbol en un campo de fútbol.

IMGEN DE LAS OBRAS DEL ESTADIO DE SON MOIX
Imagen de las obras en el año 1988 cuando el estadio poco a poco cobraba forma.

Este sábado ante el Celta la experiencia con 26.000 espectadores en las gradas, en caso de cumplirse la mejor previsión, permitirá ver cómo será el nuevo Son Moix. La retirada de las pistas de Atletismo fue algo que siempre se prometió, pero que ninguna administración del club fue capaz de llevar a cabo. En mitad de ese trayecto hubo propuestas del todo inimaginables como la de Utz Claassen de girar el terreno de juego y construir dos pequeñas gradas para que los jugadores estuvieran más arropados. En su ideario fantástico estaba situar un fondo donde actualmente está la tribuna de sol (actual Este) y otro donde se ubica la cubierta (actual Oeste). Finalmente nada de esto sucedió y lo único que pudo hacer fue levantar una grada, denominada Lluís Sitjar, que fue retirada durante la presente reforma.

Anteriormente hubo una propuesta también de ciencia ficción de levantar torres alrededor del estadio, algo que se generó en la cabeza de Vicenç Grande. Nada se llevó a cabo pese a la presentación de la maqueta y a poner sobre la mesa un proyecto que nunca contó con el beneplácito de la clase política ni social.

De todos los proyectos carentes de todo sentido común, este se llevaba la palma y Son Moix siguió su devenir siendo un estadio frío y sin ningún tipo de personalidad. También hubo la propuesta de construir un nuevo Lluís Sitjar durante el mandato de Serra Ferrer, Jaume Cladera y Biel Cerdà. Su plan pasaba por regresar a los viejos terrenos de Es Fortí y abandonar el recinto de Son Moix. Fue un proyecto que supuestamente tenía importantes inversores detrás, pero finalmente todo fue humo. No ha sido hasta ahora cuando por fin la propiedad encabezada por Andy Kohlberg ha ejecutado la reforma anhelada por todos los mallorquinistas. Este sábado se estrena mucho más que un estadio. Se hace realidad un sueño.