Granados fue uno de los 12.000 relevistas, de Grecia a Brasil | J. Granados

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El jugador internacional de baloncesto nacido en Maó, Sergio Llull; su paisano, entrenador de la selección española de vela, Damià Borràs y la pregonera en estas próximas fiestas de la Mare de Déu de Gràcia de Maó, la nadadora sincronizada, Ona Carbonell. Estos han sido los tres nombres que de manera muy especial hemos ido siguiendo desde Menorca en estos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. No obstante, en «Es Diari» damos otro nombre propio a tener en cuenta a nivel insular: Jordi Granados.
¿Y quién es Jordi Granados? Pues un modesto empresario catalán y menorquín de adopción –como él mismo asegura– que ha fabricado la antorcha olímpica que se paseó por las calles de Río de Janeiro y ahora preside el mítico estadio de fútbol de Maracaná.

Granados, barcelonés de nacimiento e hijo de Joan Granados, ex director general de la CCRTV (TV3), lleva toda la vida veraneando en Ciutadella, con su familia. Como él mismo expresaba a este diario, «me he criado todos los veranos enteros en el carrer Sant Miquel». Una calle cuyos vecinos sí saben que al lado suyo vive todo este verano –uno más–, quien fabricó la antorcha olímpica, un elemento simbólico, «seguido y observado por millones de personas y que gracias a esta gesta, el nombre de Catalunya ha dado ya la vuelta el mundo, mostrando que también sabemos fabricar elementos de este calibre», reflexionaba este jueves Granados.


Todavía aturdido

Un 'menorquín' todavía aturdido por la enorme repercusión que ha tenido el hecho que haya sido el creador de la antorcha de Río: «Todavía estoy como en una burbuja, no paro de recibir felicitaciones y de concertar y dar entrevistas, de la CNN misma, por citar a algún medio. Es increíble», expresa Granados, que vivió su momento de mayor éxtasis y emoción lógicamente en la madrugada del viernes al sábado del inicio de los JJOO de Río. «Fue una mezcla de sentimientos, impresionante».

Y es que la fabricación de esta antorcha olímpica por parte de Jordi Granados fue una historia de casualidades y de perseverancia absoluta admite el propietario de Awa-Premis, dedicada al diseño y fabricación de medallas, copas, placas y trofeos. «Sí, fue un milagro ganar el concurso», reconoce desde Ciutadella el emprendedor. Un concurso en el que se midió, entre otras, a una empresa que fabrica componentes para misiles o contra una de las grandes empresas gasísticas mundiales, con departamento dedicado a la construcción de antorchas olímpicas.

Todo empezó cuando el mundo se le derrumbó a Jordi Granados, hace cuatro años. Su empresa lo estaba pasando muy mal, al borde de la quiebra culpa de la crisis y los impagos de sus clientes. «Llegado a este punto, con unas deudas de más de 50.000 euros, decidí pensar a lo grande. ¿Y qué es lo más grande a lo que podía aspirar? Pues fabricar la antorcha olímpica», señala Granados, entre risas. Sin infraestructura, se alió para esta aventura con la Universitat Politècnica de Catalunya (garantía del cumplimiento de los requisitos de la llama olímpica), Kromschroeder (parte interna del sistema de combustión), Recam Láser (carcasa externa) y Taurus, cuyo papel fue determinante, con presencia en Brasil, que era un requisito indispensable. Recuerda Granados que al principio poco o nada creían en él y su ambicioso proyecto, lleno de incertidumbre. Incluso, bromea, «me regalaron el libro, 'Brasil no es para principiantes'». Pero este ciutadellenc de adopción se salió con la suya y de qué manera, con la entrega de las 14.680 antorchas, un negocio de casi seis millones de euros. «No es solo un negocio de dinero, se trata de vender Catalunya por todo el mundo, que es lo que me hace más ilusión».

El diseño de la antorcha es del estudio Chelles and Hayashi Design de Sao Paulo, está hecha de aluminio reciclado y pesa un kilo y medio. En el momento de encenderse se alarga hasta los 69 centímetros y aparecen los colores de la bandera de Brasil. Cuenta con unas líneas onduladas que representan la tierra, el mar y las montañas de Río y una última línea que simboliza el paseo marítimo de Copacabana.