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Sábado. El despertador suena un poco más tarde de lo que acostumbra pero Joan aparca los dibujos de la televisión, se olvida de ellos. La razón por la que el joven protagonista se ha despertado con tanta prisa es que a las 11 hay clase de natación y permitirse un chapuzón en marzo es un privilegio que no se puede dejar escapar así como así, a pesar de que el sol despunte y presagie que el verano se acerca.

Datos Diferentes cursos Los cursos que se imparten en el polideportivo son para dos grupos: el primero es para la edad de bebés hasta los dos años. El otro engloba de los tres a los cinco años. Beneficios acuáticos Con este curso los niños que están aprendiendo a nadar en verano no se olvidan y los más pequeños cogen confianza al agua y a sumergirse en ella.

El polideportivo acoge cada sábado de las 11 a las 11.30 horas una clase de iniciación en el agua para los pequeños y para los más pequeños. El primer grupo lo integran niños y niñas de 3 a 5 años, mientras que el segundo lo forman bebés y niños y niñas de hasta 2 años.

Marina Rosselló es la monitora de la actividad y está ayudada por Bárbara. "Buscamos que los más pequeños se familiaricen con el agua, que le pierdan el miedo, que sumerjan la cabeza que es lo que más cuesta", explica Marina, que se deshace en dulzura y paciencia con sus alumnos en clase. "Con los mayores les empezamos a enseñar los estilos pero sin perfeccionarlos", añade.

Este tipo de natación permite la interactividad de los padres y madres con sus retoños, ya que los progenitores no dudan en lanzarse al agua y disfrutar como un crío más. Otros esperan a una distancia prudencial de las salpicaduras.

La clase se desarrolla entre juegos en los que Marina les explica los movimientos básicos, a tirarse al agua sin miedo, con tiempo para que chapoteen y hagan bromas. La piscina municipal del polideportivo tiene seis carriles y el horario en el que se hace el curso apenas coincide con excesiva afluencia a las instalaciones por lo que no hay problema de exceso de gente.

"El curso ayuda a que los niños que aprenden a nadar no se les olvide, que es algo que puede pasar y a los más pequeños les quita bastante el miedo", explica la monitora, que admite que "la primera impresión es dura, suelen llorar mucho y les cuesta pero cuando se acostumbran lloran porque no se quieren ir".

Buena prueba de ello es la reacción de Nicolás. Su madre lo llama pero él sigue en el agua, tiene unos cinco años y está convencido de que engaña al invierno, mientras el verano se decide a llegar.