Miquel Capó - Javier

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Si éstas fueran las páginas de un cómic, podría hablarse de un súper héroe. Aquel que convive con una doble identidad. Por la mañana Miquel Capó es igual que todo hijo de vecino. Madruga, se pone el mono de trabajo, coge sus alicates y afronta una jornada laboral hasta la hora de comer. Por la tarde desempolva el disfraz y se viste de futbolista de Segunda B con el Sporting Mahonés, el único de toda la plantilla que compagina el fútbol con un trabajo. Ésta es la quinta temporada en el club blanquiazul para este mahonés que desde que finalizara su etapa como juvenil siempre ha estado ligado a Bintaufa.

"Llegué al Sporting hace cinco años, cuando estaba Toni Seligrat, aunque un año antes, Lluís Vidal me hizo debutar en un trofeo Illes Balears". Por aquel entonces el equipo filial del Sporting Mahonés era el Atlético Villacarlos, al que había llegado desde La Salle Mahón. Su vida siempre ha estado ligada al club mahonés. "Recuerdo que de pequeño los domingos iba a comer con mi abuelo y luego íbamos a ver al Sporting que jugaba en Segunda B", rememora con cierta emoción. En estos cinco años las buenas experiencias ganan por goleada a las malas. "Lo que más me ha gustado ha sido toda la gente que he conocido en el equipo porque hasta este año los jugadores cambiaban prácticamente cada temporada, ahora parece que hay más estabilidad". Para el central, la peor noticia es "que padezco una lesión crónica en una pierna, tengo una calcificación entre la tibia y el peroné y cada vez que me dan un golpe el dolor me hace estar parado un mes", como le pasó hace dos temporadas en un choque con el ex del Alaior Javier Zurbano, que por aquel entonces jugaba en la Peña Santa Eulàlia.

Para Miquel Capó, cuyo hermano Pedro Capó se ha asentado en el primer equipo al terminar su etapa como juvenil, "tener a mi hermano en mi mismo equipo es un motivo de orgullo, además tiene unas condiciones y una capacidad que si las termina de explotar bien llegará mucho más lejos de lo que está ahora".

Una infancia peculiar
En el ámbito familiar este aficionado al Barça, aunque matiza no ser "fanático", reconoce que recuerda con mucho cariño su infancia. Sus padres son payeses y viven en un Lloc cerca de La Argentina. La humildad y la vida en el campo le han servido para curtir el carácter amable que tiene hoy día y que le hacen ser una persona muy cercana en el trato. Siempre que sea fuera del campo, porque una vez sobre el terreno de juego, Miquel Capó se caracteriza por la practicidad de sus decisiones. Es un jugador de corte defensivo que no dudará ni un momento a la hora de despejar un balón o cortar el ataque visitante con una falta que probablemente le hará dudar en futuras acciones a la víctima.

Quizá ahí esté su lastre. El fútbol en estas categorías exige calidad técnica hasta a los porteros. Pero esa limitación sirve a la vez de motivación para Miquel, que a la hora de repasar su actual situación admite que "a todo el mundo le gustaría jugar más, pero es el entrenador el que decide y yo prefiero callarme y hacer mi trabajo, darlo todo en los entrenamientos, porque algunos días sales más contento que otros". El central no cree que su condición de menorquín sea un lastre dentro de este Sporting de Segunda B.
"Tengo que trabajar como todos, Jeroni también es de aquí y juega más que yo", afirma y reconoce que "a veces te cabreas y te dan ganas de dejarlo estar todo pero siempre hay que rehacerse".

Sin ofertas en la isla
Aunque parezca mentira, Capó no ha recibido nunca propuestas para cambiar de club dentro de la Isla. "Ofertas no, tampoco he tenido problemas para renovar con el Sporting y creo que los equipos de Menorca se respetan mucho entre ellos; entre jugadores de otros equipos sí que hemos hablado pero ha sido más como una broma que otra cosa... por ejemplo Jordi Perea, del Alaior, cuando se lesionó me dijo que fuera a su equipo a suplirlo, pero son comentarios sin fondo, bromas entre nosotros". Con todo y a pesar de su fuerte ligadura con el Sporting Mahonés, no duda que si el equipo que preside Paco Segarra no le ofreciera la renovación "no tendría ningún problema a la hora de escuchar propuestas".

"Llegar a vivir íntegramente del fútbol no lo descarto, siempre hay que ser ambicioso", reconoce, aunque señala que "trabajo porque al ser de Menorca no me pagan lo mismo que a un jugador que traen de fuera y tengo que mantenerme a mí y a mi novia, que está estudiando, porque vivimos los dos solos".