afición. El club espera que la afición del Menorca Básquet responda y llene el Pavelló - Archivo

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El ViveMenorca tiene más de cinco mil motivos para subir a ACB. Bueno en realidad son más de 80.000. Uno por cada habitante de la Isla. Uno por cada voz, aquí o en el extrarradio, que anima, que insufla una bocanada de aire al equipo, a golpe de cántico, bufanda al viento o como se preste. El trabajo de una temporada se resume ahora, para bien o para mal, en la final de la Adecco Oro. Un combate al mejor de cinco asaltos, donde el baloncesto debe anteponerse a todo, para que al final gane el que más lo merezca.

ViveMenorca y Burgos llegan a la serie definitiva con la misma ilusión por bandera, quizás más lor burgaleses al haber dejado por el camino a Cáceres y Melilla, pero con la misma mentalidad, llegados a este punto nadie quiere echar a perder la labor sembrada hasta el momento.

A primera vista, el Menorca Básquet llega mejor a tan importante cita. Primero porque inaugura la final ante su público, que responderá con más fuerza que como lo viene haciendo durante la temporada. Segundo, porque parece haber sacado a la luz un carácter inusual hasta el momento, sobre todo en defensa y cuando juega lejos del Pavelló Menorca.

Con los números en la mano, el Menorca ha recibido de media 66,1 puntos por partido en lo que va de play off, por los 76,25 del equipo que entrena Andreu Casadevall. Por contra, los burgaleses han anotado hasta el momento 79 puntos por encuentro, por los 69,3 del conjunto de Paco Olmos. El aspecto defensivo ha mermado sensiblemente ya que el ViveMenorca acabó con una media que sobrepasaba mínimamente los 73 puntos recibidos en la Fase Regular.

un rival distinto
El Autocid Ford Burgos tiene un perfil más de equipo que La Laguna, cimentado sobre Guillén y Donaldson. El equipo de Casadevall sobresale como bloque aunque la columna vertebral y elemental del conjunto pasa por el base Chris Hernández, el alero con tintes de interior Zach Morley y el imponente Aloysius Anagonye.