Cuthbert. El ala-pívot del ViveMenorca, que acabó con ocho puntos y cinco rebotes, anota una bandeja - Javier

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¡Zas! Rugió el Pavelló Menorca al final. El sonido atronador del primer zarpazo al objetivo de regresar a la ACB. El caballo menorquín luchó hasta tornarse león e hizo lo que mejor se le da, regalarle a la afición un partidazo, un motivo para sentirse orgulloso, un triunfo que se les tiene que grabar a fuego a los jugadores para que sepan que si disfrutaron con el espectáculo de ayer, lo mejor todavía está por llegar. Y sobre todo, que Urko repase sus números, los del equipo, para que vea que es el menorquín más grande. El 89-65 final permite soñar más fuerte con la ACB. A dos pasos de la gloria. La nota negativa fue la lesión de Turner que se lastimó los ligamentos internos de su tobillo al colocarle a William un soberano tapón y es duda para mañana.

Una final es un lujo que se debe digerir con delicadeza y los nervios se deben dejar a un lado. Salió más entonado el Burgos, que se puso por delante rápidamente, mientras el Menorca acumulaba errores desde la línea personal (6-11 a 4'21''). Montañana, la sorpresa en el cinco inicial de Olmos, se emparejó pronto con el imponente Anagonye y le arañó dos faltas que le condicionaron en la primera parte.

Pero la intensidad se palpaba tanto en el parqué como en los banquillos. A los gritos de Paco Olmos para espolear a los suyos, se le unió una técnica a Andreu Casadevall, muy protestón, que llevó a Marc Fernández a la línea personal. El 5 de 11 que cosechó el equipo local desde esa distancia en el primer cuarto le condenó a ir a rastras en el electrónico, hasta que Víctor abrió la veda del triple para colocar el 14-15. Contestó Hernández desde el perímetro y el temple y la casta de Otegui, sobre la bocina, sirvieron para salvaguardar la ventaja al final del periodo (20-19).

Se reanudó la batalla con más ración de Otegui para los burgaleses que vieron como los menorquines se aupaban 25-21 con triple de Diego Sánchez ante Alberto Miguel, al que el público recibió con aplausos. Mejoró la defensa de Paco Olmos y un 5-0, con triple de Guzmán, colocó el 30-23 a 6'32'', que obligó a Casadevall a pedir tiempo muerto.

El cambio de director de juego con el que comenzó el segundo cuarto el Burgos, Corrales entró por Hernández, no le benefició en ataque, donde perdió fluidez y alegría, en beneficio del Menorca (37-28).

Tras un reajuste de Casadevall, el Burgos fue capaz de recortar distancias, colocándose 40-37 al descanso con un triple sobre la bocina de Lorant (40-37).

Olmos apostó por el mismo cinco que al principio aunque movió a Montañana para dar entrada a Otegui. El pívot vasco protagonizó lo mejor y lo peor del arranque del partido. Seis puntos llevaron su firma, pero en una decisión un tanto compleja, los colegiados le señalaron una técnica que no supo aprovechar el Autocid Burgos. El acierto de Otegui, Umeh y Ciorciari, subieron un +11 para los locales (53-42, a 5'14'').

Entró entonces el partido en una dinámica pareja, en exceso para un ViveMenorca que vio como el Burgos recortaba la diferencia a dos minutos para la conclusión del tercer acto con un marcador de 58-53, que obligó a Paco Olmos a llamar a capítulo a sus gladiadores.

Y sirvió. Vaya si sirvió. Tres triples -Sánchez, Fernández y Umeh, espectacular sobre la bocina y desde muy lejos- devolvieron el +10 al electrónico 67-57. El Menorca se relamió en el terreno que más le gusta, desde 6'75, ya que cinco de sus siete intentos acabaron en vítores de la afición.

En el epílogo, un robo de Otegui, inmenso ayer, con carrera y mate ante Anagonye, y un triple de Umeh que significó el +20 (83-63) despertó el delirio de la grada que despidió al gigante vasco coreando su nombre. La mala noticia fue la lesión de Turner, que se lastimó los ligamentos internos del tobillo derecho y será duda para el domingo, mientras que la buena fue la entrada en pista de Iván Llull para cerrar el partido (89-65)..