Feliz. El jugador ve recompensado su trabajo con victorias del equipo - Gemma Andreu

TW
0

"Soy un chico normal". Así se describe Caio Torres, el mejor jugador del Menorca Bàsquet en este arranque de campeonato. El brasileño, que cumple su segunda temporada en el Pavelló, considera a su técnico, Paco Olmos, como "un gran entrenador y un gran amigo" mientras reconoce que "este club me importa mucho y sólo pienso en que mantenga la categoría". Caio, a sus 23 años, ha tenido una carrera llena de experiencias, incluida su participación en el Mundial de Japón en el 2006 que bañó a España en el mejor oro del planeta. Ahora quiere convertirse en un jugador importante en ACB mientras admite que se siente muy a gusto en Menorca.

Ahora mismo es el mejor del equipo con 13,3 de media de valoración y el que más rebotes captura, 6,5. ¿Qué supone para usted?
Significa que ganamos dos partidos. Esos números no son lo importante porque si no soy yo el mejor, será otro. Esto es un equipo, alguien puede destacar un poco más, pero lo importante es que vayamos todos juntos y que ganemos los partidos.
Una de las cosas que desconoce la afición es que está siguiendo un plan de trabajo extra y específico para su mejora individual.

Por ejemplo el lunes que la plantilla tuvo libre, yo vine a entrenar un par de horas con Cuco Rodríguez –preparador físico– e Ibón Navarro –técnico asistente. Este trabajo extra me viene muy bien y creo que también beneficia al equipo por lo que espero poder seguir haciéndolo.

¿Cree que todo esto le está sirviendo para dar el paso definitivo para ser un pívot de ACB?
No pienso en eso. Quiero trabajar cada día y ayudar al equipo porque este club me gusta mucho por su seriedad y por su gente. Sólo pienso en salvar al equipo.

¿Qué ha cambiado desde su debut en ACB con 17 años?
La cabeza. Empecé muy joven y sin demasiadas oportunidades en Estudiantes. La temporada que me dejaron jugar un poco más creo que mejoré pero al final me tuve que ir a LEB a buscar minutos. En Brasil disputaba cuatro partidos a la semana y llegué aquí y no pisaba la pista. Esa situación me ponía malo. Luego fiché por Melilla con Paco Olmos, que es quien mejor me conoce y confía en mí, y empecé a jugar.

Llegó a España con 16 años, ¿cómo fueron sus inicios en este país?
Duros. Fiché por Estudiantes pero me cedieron a Guadalajara (LEB 2). Cada día mi padre me llevaba y tenía que hacer muchísimos kilómetros para entrenar. Aguanté cuatro meses y luego volví a Brasil dando mi palabra a Estudiantes de que cuando volviera jugaría con ellos. Jugué tres meses con Sao Paulo y volví a Madrid para entrenar con el Estudiantes para preparar los Play Off. Me adapté rápido a España porque venía de una ciudad grande, Sao Paulo, a otra gran ciudad, Madrid. En dos semanas ya hablaba bien el castellano. Aprender la lengua facilita las cosas.

¿Cómo fichó por Estudiantes?
Con 15 años fui a la selección y empezaron a venir ojeadores. Después firmé con unos agentes y me enviaron a un campus para pívots en Italia, donde jugué muy bien. De ahí fiché por Estudiantes. Ahora estoy luchando por ser un buen jugador en ACB.

En Brasil el deporte rey es el fútbol. ¿Cómo llegó al baloncesto?
Empecé jugando a fútbol y con 8 años como era grande y chutaba fuerte marcaba muchos goles pero realmente era muy malo. Iba a ver a mis dos hermanos que jugaban al baloncesto, y a los nueve años empecé con un entrenador que estuvo conmigo hasta los 15 y que me enseñó muchísimo.

De ahí al Mundial de baloncesto de Japón en 2006.
Pasé por algunas selecciones inferiores, jugando a nivel internacional hasta que en el 2006 fui con la absoluta al Mundial. Jugué muy poco pero sólo con estar ahí ya fue muy importante para mí porque intenté aprender al máximo. No guardo muy buenos recuerdos de ese torneo porque Brasil lo hizo mal pero ver en directo a Yao Ming o LeBron James fue increíble.

De la Seleçao al Melilla de Olmos. ¿Qué impresión tiene de él?
Es una persona increíble. Intenta conocerte al máximo. Cada persona tiene un carácter peculiar y una manera de ser y él intenta sacar lo máximo de cada uno. Paco me demostró que es un gran entrenador y un gran amigo cuando llegué a Menorca, que vine con sobrepeso y él me dijo que no me multaba porque confiaba en mí. Empecé a entrenar como un animal y me lesioné pero luego seguí a tope. Desde ese momento intento hacer lo máximo por Paco y por este club que tanto me importa.

A nivel más íntimo, ¿cómo es fuera de la pista?
Creo que soy una buena persona. Me llevo bien con todos los compañeros. Soy un chico normal que juega a la consola, al que a veces le gusta entrenar y otras no, que sale con su mujer a cenar y con los compañeros de equipo y no mucho más. Soy normal y feliz.

¿Qué aficiones tiene?
Jugar a la Playstation e ir mucho al cine con mi mujer, Fernanda. También me gusta quedar con alguien del equipo y tomar una cerveza mientras hablamos de cosas que no tienen tanto que ver con el baloncesto.

¿Ha encontrado rival a la consola en el equipo?
(Sonríe) No, la verdad es que son todos muy malos. Soy muy bueno a los juegos de fútbol y no jugamos juntos.

¿Cuáles son sus gustos en los hobbies que tiene?
Me tira mucho el cine de terror pero a mi mujer no, por lo que veo más comedia romántica. Otro género que me atrae es la acción. En la consola me gustan los juegos de fútbol. Soy muy malo en la cocina, la tortilla me sale mal, y me gusta mucho la paella de marisco, el solomillo o el jamón serrano, pero detesto las verduras y las ensaladas, que no las como. La única forma en que me las tomo es en batido y aun así no me gustan.

¿Qué le parece Menorca?
Me gusta mucho, más cuando hace calor. Hay de todo aquí y cuando me falta algo cojo un avión y en media hora estoy en Barcelona. Es un lugar muy bueno para un jugador de baloncesto porque tienes pista disponible todo el día. La afición es muy buena. Siempre nos apoya, es el sexto hombre. Somos un equipo de corazón.

¿Qué significan los tatuajes que luce?
El león me gusta mucho como animal y cuando llegué a España solía decir que yo era el rey de la jungla. En el hombro llevo la cara de Jesucristo, no la imagen que todos conocen, sino la que me gusta. Soy católico, hago mis oraciones, aunque tampoco nada exagerado. Es una imagen que quiero tener en mi cuerpo y en mi vida.

¿Qué les diría a los niños y las niñas que quieren llegar a ser como Caio?
Que mejor intenten llegar a ser como Sabonis (Bromea). Que trabajen lo máximo que puedan, que estudien mucho y que tengan un sueño por el que luchar, que sueñen mucho, que sean felices y que vayan a la pista a entrenar por placer no obligados por nadie.