Andrea Pons, en el Zafiro 70.3 Ironman Alcúdia-Mallorca

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La menorquina Andrea Pons Thomas (Maó, 1994) brindó una destacada actuación en la última entrega del exigente Zafiro 70.3 Ironman Alcúdia-Mallorca, que tuvo lugar hace un par de semanas en la vecina isla mayor, y que además fue su estreno en una prueba de este calibre en el exterior de la Roqueta.

La multidisciplinar deportista insular hizo un crono de 6 horas, 36 minutos y 38 segundos para cubrir un recorrido que comprendió un tramo de 1.9 kilómetros de natación, otro de 90 kms en bicicleta y uno de 21.1 kms de carrera a pie, las distancias oficiales del triatlón denominado Medio Ironman.

«No hace ni un año que hago triatlón», precisa la que es también exjugadora y actual entrenadora del Alcázar (de hecho, pieza clave en su organigrama deportivo) y asidua corredora de maratón. «Me compré una bici, en mayo del año pasado, y en septiembre hice el triatlón de Fornells, en su distancia corta, así empecé», relata Pons Thomas sobre lo que fue su incursión en una disciplina «muy exigente».

«Siempre había corrido, empecé con media maratón, luego maratón… pero tenía el triatlón como algo pendiente, como si me faltara un objetivo de mayor exigencia; correr engancha, pero el entrenamiento del triatlón es más variado», prosigue nuestra protagonista, que con antelación a su cambio de escenario fue capaz de completar los maratones de Sevilla, Madrid y Valencia, por lo que «me faltan San Sebastián y Barcelona», observa, para completar el llamado circuito nacional, lo que prevé cumplir en los próximos meses.

Actuación

Su actuación en Alcúdia, precedida de una agenda de entrenamientos que incluyó varios meses con una carga de doce horas y 200 kilómetros por semana (que compaginó con su trabajo de profesora en Ciutadella y su labor de entrenadora en el Alcázar), además de por su excelente minutaje, cobra una dimensión superior al atender a un dato de lo más revelador; 2.855 mujeres empezaron la prueba, siendo ella una de las apenas 491 –una quinta parte– que la finalizaron –«me sorprendió la cantidad de gente que abandonó», indica al respecto. Cruzó meta, asimismo, en la posición 53 de su categoría F30-34. Además, únicamente el doce por ciento de la inscripción era de nacionalidad española. Y había mucho y mucha profesional.

«No tuve ningún mal momento, aunque con la bici sí me preocupé, tenía miedo de hacer parche, lo que siempre es un problema, pues casi te descarta», subraya sobre la que es también, de las tres modalidades deportivas que conforman el triatlón, la que menos domina.

Otro factor en contra que Andrea debió burlar fue su inexistente conocimiento del circuito mallorquín, «que sí lo había estudiado, pero no había entrenado nunca en él», anota. Andrea, que también hace alusión a la preparación que ha desarrollado junto a un entrenador «que se ha adaptado a mi ritmo y a mi horario laboral», señala, lo que le ha concedido la oportunidad de experimentar «un salto de calidad» en sus prestaciones ‘triatléticas’, de momento mantiene la materia «como un hobby» –lo que también implica asumir todos los costes–, pero no descarta, a medio plazo, federarse e incluso disputar «un triatlón completo», lo que supone doblar la distancia de la prueba que ahora deja atrás en Alcúdia, si bien es un marco lejano, que todavía «no» se plantea.

Por último, la baloncestista y triatleta reconoce sentirse «muy orgullosa» y «muy contenta» de que su primer triatlón fuera de Menorca se haya saldado con un desenlace tan positivo, de lo que concede una porcentual cuota de responsabilidad a «mi familia», que «estuvo casi toda allí, en Mallorca, y me dieron mucha fuerza», concluye esta menorquina que en Alcúdia comprobó y demostró ser de ‘hierro’.

El apunte

«Entrenar sola es muy duro», comenta la triatleta

Andrea, a partir del triatlón, ha comprendido el sentido de la expresión ‘la soledad del deportista’. Exjugadora y entrenadora de baloncesto, en su transición a una modalidad individual, asimismo de suprema exigencia, como es el triatlón, Andrea Pons Thomas confiesa haber conocido lo que se denomina la ‘soledad del deportista’.

«Ser exjugadora de básquet ayuda en cuanto a mentalidad, pero también me sirvió para darme cuenta de la suerte que tuve de hacer un deporte de equipo», explica la deportista de Maó. «Entrenar sola es muy duro, a nivel de sacrificio, de compromiso, y en un deporte individual, eres una misma, nadie más... por eso siempre digo a las niñas a las que entreno de la necesidad de trabajar. Detrás de un resultado siempre hay mucho trabajo», termina Andrea Pons Thomas.