John Molina, en una imagen del curso pasado | G. Rubert

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John Molina Van de Kamp (Palma, 1982), una de las torres del reforzado Can Ventura Voley Palma de Superliga 1, ha encontrado premio a su espectacular metamorfosis. La peculiaridad y enorme mérito del central de 34 años y 1,97m es haber llegado a la élite del voley proveniente de otro deporte, el baloncesto; actividad en la que se formó, primero en el CB Boscos y luego en el CB Ciutadella (1992-2000). Molina, que ha alcanzado un muy buen nivel ofensivo y convirtiéndose al final de la temporada pasada en una pieza decisiva en el sistema de bloqueo del Can Ventura, debutará este año en Superliga 1.

Molina, al que como cada año se le pudo apreciar por su altura en el Caragol des Born de Sant Joan, todavía no se cree hasta donde ha llegado. «Hace unos años era impensable, pero año a año nos íbamos acercando y gracias siempre a la ayuda de Damià Seguí este proyecto ha llegado aquí. Al finalizar el curso pasado sabíamos que no todos seguiríamos ya que la exigencia de la nueva categoría sería. Yo mismo hasta que no tuve la reunión con entrenador y presidente no supe si se contaba conmigo», admite un Molina, cuarto en bloqueo por eficacia en Superliga 2.

En un equipo montado «para estar en lo más alto de la Superliga», dice este ciutadellenc de adopción que se le hace «raro haber llegado hasta aquí, pero he tenido la gran suerte de tener unos compañeros y entrenadores en estos últimos años de los que he aprendido mucho, haciendo de un sueño una realidad». Molina, dispuesto a sacrificarse al máximo en un equipo puramente profesional –aunque él compaginando con su trabajo–, dice sentirse «muy ilusionado y tengo muchísimas ganas de empezar. Creo que puedo aportar ritmo a los entrenos y competividad, esperando con muchas ganas que pueda llegar mi momento para debutar en SF1», expresa, ilusionado.


Una lesión, el detonante

La decisión de cambiar de deporte vino motivada, cuenta Molina, por una lesión de espalda: «Tuve una protusión discal –lo que peor me iba era correr– y en los últimos años de baloncesto fueron varias las veces que tuve que parar por pinzamientos». Ya recuperado, tenía muchas ganas de competir «y decidí probar voleibol, que parecía muy divertido y donde creí que podría aprovechar mi altura», cuenta.

Eso sí, reconoce el deportista que hasta que no le llegaron las molestias físicas y luego la lesión de espalda, «no había tenido mucho contacto con el voley. Sí que había visto partidos en Ciutadella de amigos míos contra los que años después tuve la oportunidad de jugar contra ellos».

Molina, pívot en su etapa de basket y que llegó a jugar en Primera Balear con los mallorquines CB Molinar, Bàsquet Inca o CB Son Cotoner, se inicia en el voleibol de manera curiosa. «No conocía a nadie de este mundo, entonces me metí en internet y conseguí el teléfono de un club que me puso en contacto con otro, con el que empecé. Y hasta hoy, que voy a empezar mi octava temporada», iniciándose en el CV Alaró, CV Pòrtol y CV Esporles. «Ahí empezó esta oportunidad de oro que se me brindó al empezar en el Can Ventura».

Fue en Esporles probablemente el punto de inflexión. «Al año siguiente jugamos en Primera Nacional, donde quedamos campeones de España; la siguiente temporada, que ha sido la pasada, jugamos en Superliga 2, proclamándonos campeones de España otra vez, consiguiendo el ascenso a la máxima categoría del voleibol nacional», se congratula Molina.

Finalmente, Molina se quita el sombrero por el Avarca de Menorca, al que reconoce seguir: «Hace varios años que gracias a las redes sociales estoy al corriente y creo que tiene mucho mérito estar tantos años jugando a máximo nivel».