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Una pena. El Avarca regresa otra vez de vacío de la Copa de la Reina, torneo en el que ha perdido las cinco finales que ha disputado, amén de varias semifinales (todo ello en el trecho temporal que comprende desde 2009 hasta el presente), con lo que por añadidura abunda en la sensación de que esta competición le es, si no maldita, sí de lo más esquiva.

Ciertamente, se reeditó el guion de ediciones y derrotas anteriores, como también se repite ahora mismo la impresión de que ya son muchas las oportunidades malgastadas y demasiadas las ocasiones claudicando en el momento clave, como para limitar al infortunio los motivos de la decepción. No en vano, solo el perdedor alude a la falta de suerte, como igualmente tenemos claro que una vez el azar se repite de forma sistemática, pierde su condición.

Sin embargo, no caben reproches para un grupo de fantásticas y apasionadas jugadoras que dieron todo ante el Gran Canaria, y cuya derrota contra el cuadro de Las Palmas, que por contra, en su tercera final sí ha podido estrenarse en el palmarés copero, con toda probabilidad se empezó a fraguar en la semifinal ante el Sant Cugat.

Un partido, ese, que el Avarca tenía dominado por 2-0, y que se alargó al quinto set, con el desgaste físico y emocional que eso entraña, muy difícil de recuperar en las pocas horas de noche previas a la final de no mediar el correspondiente trabajo psicológico. Seguro que también la tensión acumulada ante las catalanas complicó el descanso a nuestras ‘avarcas’… una pena que esa ‘semi’, que bien pudo cerrarse con mucha antelación, terminara siendo un lastre que privara al grupo en la gran final de esa frescura, mental y de piernas, que tanto habría contribuido a evitar errores puntuales y a la par tan decisivos por lo ajustado del marcador del partido.

El Cajasol ya nos advirtió hace una semana de que el Avarca tal vez era más vulnerable de lo que su liderato liguero dejaba entrever. Fue un tropiezo que trastocó los planes y que motivó acudir al torneo del K.O con el mal sabor de boca y la inquietud que genera la derrota; el Sant Cugat también detectó esa capacidad para hacerle daño y el Gran Canaria, sencillamente, la optimizó en su rédito. La Copa ya es historia. Ahora toca hacer autocrítica y pensar en la Liga Iberdrola. No queda otra. Una pena.