Casi todas las crisis financieras empiezan en Estados Unidos (EUA) y se extienden por Europa. Como importantes ejemplos la Gran Depresión de 1929 y la caída de Lehman Brothers en 2008, ¿qué está pasando ahora? El detonante ha sido la quiebra de un banco mediano en California (EUA) el SVB (Sillicon Valley Bank), el banco de las empresas tecnológicas, que tuvo que vender a pérdida su cartera de bonos para conseguir liquidez. No hubo colas de gente desesperada, ya que con las actuales aplicaciones digitales sus clientes retiraron en pocas horas más de 40 mil millones de dólares desde sus casas. Las redes sociales multiplicaron el pánico y ante el riesgo de extenderse, se llegó a un acuerdo, garantizando a los clientes la totalidad de los depósitos sin límite de cantidad. El SVB fue comprado posteriormente por First City Bank y su filial británica por HSBC, el principal banco europeo. A pesar de esa rápida solución, el contagio se extendió a otros bancos americanos y explotó en Europa con el Credit Suisse, el segundo mayor banco suizo, un banco de importancia vital para Suiza y de los más importantes del mundo. Este banco en una situación precaria fue absorbido por el UBS (primer banco suizo) con el apoyo del Banco Nacional Suizo. El contagio pasó a Alemania con su banco más importante, el Deutsche Bank. Este sí es un banco que no puede quebrar. Este banco lleva años con malas prácticas. Multas por manipulación del índice del mercado interbancario, por formar parte de un cartel en el mercado de bonos soberanos y en el mercado de divisas, por engañar a los ciudadanos afirmando que si España salía del euro en 2012 los depósitos en euros estaban seguros en el banco alemán. ¿Qué pasará esta semana próxima, última de marzo, después del viernes negro (25 Mz) con su hundimiento en bolsa? ¿Se estabilizará el sistema financiero mundial? ¿Caerán todos los bancos? ¿Qué pasará en España?

La historia nos dice que el 29 de octubre de 1929 (conocido como el martes negro) se produjo la mayor caída en las cotizaciones de la Bolsa de Nueva York iniciándose la Gran Depresión que se llevó por delante a todo el sistema bancario y dio lugar a una gran recesión que se considera la mayor crisis del sistema capitalista de la historia. Más cerca, en 2008, la crisis de las hipotecas subprime comenzó con la quiebra de Lehman Brothers, se extendió por EUA y luego por Europa, dando lugar a una gran recesión mundial incluyendo el estallido de la burbuja inmobiliaria en España. La crisis dejó a España endeudada con el exterior y se llevó por delante a las cajas de ahorro, al sector inmobiliario y a todas las empresas relacionadas. En algunas cajas el 90% de su activo era ladrillo. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, ese activo no se pudo realizar, era totalmente ilíquido y además perdió valor en la crisis, mientras que su pasivo era el dinero de los ahorradores, que no podían devolver. El Fondo de Garantía de Depósitos se ve superado y no puede cubrir esos depósitos, ni siquiera los cien mil euros por cuenta que se considera obligatorio por ley. O los ahorradores perdían su dinero o el Estado rescataba a las cajas. Todavía estamos sufriendo las consecuencias de esa crisis.

¿Esta inesperada oleada de crisis bancaria en 2023 nos puede llevar a una nueva recesión mundial? ¿En qué medida debería cambiar la política monetaria del BCE (Banco Central Europeo)? Enfrascado en la lucha contra la inflación, el BCE está siguiendo lo que en economía se llama la Regla de Taylor. El autor, John B. Taylor, relaciona la tasa de interés nominal que debería adoptar el banco central con la inflación y el desempleo. Si la inflación en la realidad es superior a la inflación fijada como objetivo (un 6% frente a un 3%) el BCE ha de subir el tipo de interés nominal por encima del interés objetivo que será según los criterios de Maastricht seguramente superior al 3%. Teniendo en cuenta que veníamos de intereses negativos o muy bajos, esto supone fuertes y rápidas subidas del tipo de interés. Pero cuanto más alto y rápido lo haga, menos crecerá el PIB y más crecerá el desempleo. Además, más pérdidas ocasionará a la banca que invierta en bonos como se ha visto en el caso del SVB.

El BCE tendría que cambiar su objetivo de reducir el dinero en circulación. La política actual del BCE de retirar dinero en circulación no reinvirtiendo la deuda pública a su vencimiento y subiendo los tipos de interés para reducir la inflación, choca de frente con la estabilidad financiera. Si los bancos necesitan liquidez porque tienen dificultad de convertir su activo en dinero y el BCE está decidido a evitar una crisis de confianza en la banca, tiene que garantizarles esa liquidez y por lo tanto cambiar su política económica que será cada vez más contradictoria. Si antes apostaba por menor inflación a toda costa subiendo los tipos de interés y reduciendo la cantidad de dinero en circulación, ahora tendrá que estar dispuesto a aumentar la cantidad de dinero cuando la banca esté en peligro de quiebra y por lo tanto subir su objetivo de inflación y no subir de forma tan decidida los tipos de interés porque puede provocar también una recesión. Por lo tanto, tendrá que admitir una inflación de precios por encima del 3% y exigir a los bancos privados que tengan suficiente capital (para mantener su solvencia) y más inversiones en activos fácilmente convertibles en dinero, es decir, más liquidez. La consecuencia de esta estricta regulación es que provocará una fuerte reducción de créditos y préstamos y por tanto de la actividad económica que puede acabar en una recesión.l