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Los usuarios de Internet sobrepasaron los 2.000 millones en 2010. Así, a bote pronto, es una cifra que corta la respiración. Si le echamos imaginación otearemos un horizonte repleto de seres, asquerosamente tecnológicos, que se creen a pies juntillas todo lo que vomita la red. Ese es el futuro. No hay más. Las estadísticas lo avalan y nosotros lo alimentamos.

El profesor y periodista Germán Rey explica cómo una de las tendencias en los medios ante la presión económica y de las TIC es "crear bolsas de contenidos". Es decir, el informador ya no sólo escribe su texto sino que "ahora se le entrega una cámara de vídeo para que envíe su nota y la grabación a una bolsa donde un editor multimedia escoge el material y reparte el contenido entre el periódico de la tarde, el periódico de la mañana, la revista de moda, el canal de televisión o el espacioonline". Esto que a simple vista se asemeja a un baño de modernidad para cubrir las demandas de los consumidores, conlleva serios problemas de calidad, de lenguaje y de edición.

El producto final se resiente. Poco queda ya del periodismo romántico. De un tiempo a esta parte de lo que se trata es de rellenar los huecos blancos que deja la publicidad. Entre tanto vericueto, por suerte, aun hay quien alienta la resistencia. Se anda con dificultades, pero se anda.

Internet es el medio más consumido en España. Doce horas semanales por usuario, por encima de la televisión. Así lo apunta el estudio europeo Mediascope. La pequeña pantalla pierde fuelle. Está a once horas de media de la red, y bajando. ¡Quién lo iba a decir! Hoy la realidad pasa por los contenidos a la carta. El público repele la publicidad. El razonamiento es claro: "¿Para qué tragarme 15 minutos de anuncios si puedo evitarlos?".

Y el círculo nos trae de nuevo a las granjas de contenidos. Las actitudes de tipo rellenar por rellenar proliferan peligrosamente en los mediosonline. Refritos y plagios están a la orden del día. De la noche a la mañana todo el mundo sabe de viajes, deportes, literatura, botánica, gastronomía y un largo etcétera. El entramado virtual se retroalimenta con cada click del internauta. Un juego en el que lleve las cartas que lleve, Google siempre gana. Cambia la comunicación y cambia la cultura.