Los hermanos Joan Carles y Annabel Villalonga dejan el local con la satisfacción de haber cumplido sus objetivos | Gemma Andreu

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Ha sido el mejor embajador de la música marinera. Y el referente más genuino y entrañable para una velada en la que cantar, escuchar o tomar una copa con esencia de Menorca. Éste es Es Cau de Es Castell, un bar que durante 52 años ha transmitido un espíritu único que se respira entre las paredes de la cueva de los amantes de la guitarra y la voz. Ahora, más de medio siglo después de la apertura de este emblema del menorquinismo, llora la guitarra porque la «caseta vora el mar» cierra otra etapa. El último día de Es Cau de los Villalonga será el viernes día 28 de febrero con una despedida especial. Y sin duda, para recordar.

Los hermanos Joan Carles y Annabel Villalonga tomaron las riendas del negocio el mes de marzo de 2012, cuando Es Cau cumplía cincuenta años de historia. No obstante, ahora, y por «complicaciones para prorrogar el contrato» los hermanos Villalonga han decidido abandonar el timón del barco, pero no el de su pasión. Tanto Joan Carles como Annabel continuarán con su actividad musical a la que sienten devoción, eso sí, lejos de lo que ha sido Es Cau para ellos. Su idea no es abrir ningún otro local.

Aunque éste haya sido el desenlace, Villalonga, «muy satisfecho» del trabajo desarrollado y los frutos logrados durante estos dos años, desea que «Es Cau continúe con su actividad» por la personalidad que lo define y por cuanto significa, «tanto para los de aquí como para los de fuera». Joan Carles Villalonga resalta además que «a mi hermana y a mi nos unía el mundo de la música pero la hostelería era algo nuevo para los dos, fue un reto que nos propusimos lograr» y, ahora, a la hora de pasar balance, asegura que «hemos visto como la gente sale satisfecha y creo que no hemos decepcionado a nadie». Gabriel Marquès y Juan Abril Petrus «en Curro des Cau» habían dejado el listón muy alto y para los hermanos, no haber frustrado la ilusión de nadie, es lo que cuenta de esta etapa. «Para nosotros la satisfacción de un trabajo con buenos resultados predomina a la tristeza de tenerlo que dejar», asevera Joan Carles Villalonga.

Los hermanos decidieron en el 2012 no solo mantener vivo el espíritu del enclave sino incluso ampliar sus atractivos. Tenían claro que la esencia más carismática era la capacidad de que un espontáneo cogiera la guitarra y se pusiera a cantar. No obstante, a esta tradición le sumaron algo de renovación. Conservaron el repertorio de habaneras y canción marinera que era el puntal, pero introdujeron canciones más actuales. Además, Joan Carles Villalonga destaca un servicio cuidado, con la elaboración de productos menorquines, como es el caso del gin-tonic «muy específico de la casa, con una elaboración cuidada, con gin de Menorca, romero y «ginebró». Además, introdujeron el glosat los domingos de invierno.

Este enclave arrancó motores en 1962 de la mano de Jim Maps y otros socios. No obstante, fue Gabriel Marquès quien logró crear en el bar un escenario personal y singular. De la mano de Es Curro, el alma de Es Cau, (según aseguró en más de una ocasión Marquès), el local se convirtió en un lugar típico y una visita casi obligada para los turistas. Es Cau pasó luego a manos del hijo de Gabriel Marquès, Bruno. Y finalmente, los hermanos Villalonga tomaron el mando del negocio.

A partir de marzo, quién sabe qué futuro le espera a este refugio de cantores y bohemios, tal como rezaba el letrero una vez atravesada la puerta.