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Intensa semana de emociones la que ha vivido el glosador menorquín Miquel Ametller. Hace siete días recibía en Palma el Premi Ramon Llull 2016 como reconocimiento a su defensa de la cultura popular. Este domingo el homenaje tuvo continuación con el acto celebrado en Ciutadella promovido por el Ayuntamiento, el Consell insular y el Govern Balear.

El respeto mostrado por su figura le caló tan hondo que, llegado el momento de tomar la palabra para dar las gracias, el maestro de la improvisación, presa de la emoción y entre lágrimas, se quedo sin habla. Sabían sus familiares que podía ocurrir, y su hijo, de nombre también Miquel, fue el encargado de dirigirse a los asistentes en su nombre para dar las gracias por el homenaje y decir que «horas y horas dedicadas a la glosa han merecido la pena».

Antes de ese momento, la figura del homenajeado ya había sido objeto de múltiples elogios por su papel como recuperador de una preciada parte de la cultura popular. La alcaldesa de Ciutadella, Joana Gomila, le dio las gracias por haber propiciado el renacimiento de la glosa «y con ella el sentimiento de un pueblo».

Estaba previsto que en representación del Govern acudiera a la cita la consellera de Cultura, Esperança Camps, pero finalmente no pudo ser. Eso sí, se leyó en el Salón Gótico una carta de la escritora menorquina en la que alabó la figura de Ametller como transmisor del arte y la cultura a las nuevas generaciones. En representación del Ejecutivo insular, habló el conseller de Cultura, Miquel Ángel Maria, quien destacó el papel del homenajeado como catalizador del nuevo camino emprendido por la tradición.

No faltaron elogios tampoco por parte del filólogo Joan F. López Casasnovas, quien dedicó parte de su intervención a marcar el camino que debe seguir el glosat, que a su juicio debe ser reivindicado como «una producción artística gratuita y efímera, que se consume en sí misma» y no entendido «como un espectáculo artesano repetitivo y banal». Aboga también el experto por propulsar con el glosat y la literatura popular «un hecho cultural vivo y no manipulable, ligado a la riqueza y vitalidad del idioma propio del pueblo». Concluyó Casasnovas  transmitiendo su deseo de «reforzar el compromiso de trabajar para que la poesía popular no muera nunca, como ha sabido hacer Miquel».

El acto ha terminado con una sesión de glosat a cargo de Soca de Mots.