Desenterrando el muro perimetral del poblado de la zona sureste. | Gemma Andreu

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Llevan desde el 2013 trabajando en el Círculo 6 de Torre d'en Galmés, donde actualmente están excavando una muralla que, en principio, se presupone de delimitación aunque no se descarta que también tuviera funciones defensivas. Les resta una larga tarea, tanto de excavación como de restauración, ya que el objetivo, desde que empezaron en 2001, es investigar como era y poder adaptarlo para las visitas. Son ya 17 temporadas para los Amics del Museu de Menorca, que cuentan con la participación en las campañas de excavación de arqueólogos y estudiantes de España y de otros países como son Francia y Grecia.

Reproduciendo la historia
Cuando uno pisa esta zona tan significativa de la historia menorquina no puede evitar pensar en el enorme trabajo que representa restaurar todo. Cualquiera diría que han avanzado mucho, pero lo cierto es que, entre otras cosas, todavía resta por desenterrar parte importante de la muralla. Además, esta ha padecido fuertemente el paso del tiempo y no se ha conservado demasiado bien, algo que dificulta el apartado de restauración. No obstante, como buenos profesionales marcan las piedras con números y letras que, en caso de moverlas de posición o que se hayan esparcido con los años respecto a su localización original, les permiten realizar la reconstrucción del poblado.

Ellos resumen su actividad como un libro en blanco que se va escribiendo a medida que descubren nuevos hallazgos. Por ejemplo, la famosa cisterna con la que trabajaron el verano pasado estaba llena de piedras de una construcción contigua, algo que tuvieron que averiguar por la forma que tenían.

Sin embargo, también hay que prestar atención a otros detalles que tal vez no saltan tanto a la vista. La tierra, el suelo que uno pisa, puede indicar con un color grisáceo que esa zona se quemó o que se pudo usar como vertedero. Si no se encuentran restos de carbón, la primera hipótesis se descarta y se baraja la opción de la segunda, aludiendo esa tonalidad gris a restos de cerámica, muy común en aquella época.

Y es que siempre hay más de lo que podemos ver a simple vista, incluso cuando se desentierra una gran piedra de una habitación debajo de la cual aparece más tierra y otro habitáculo anterior. Es un no acabar, aunque para ello cuentan con varias ayudas. Guardan un convenio de colaboración científica con la Universidad de Granada, con la que desde principios de agosto han empezado los trabajos de prospección en el área central del poblado talayótico. Además, tienen a su cargo a 18 alumnos, venidos de distintos sitios, que les acompañan en este verano 2017. Ellos son los arqueólogos del mañana, a los que les enseñan todo lo que saben.

Todo por Menorca y su historia. Todo por querernos contar más sobre una cultura que todavía está por desenterrar y que recibe a unos 50 visitantes al día.