Una de las maquetas diseñadas por los jóvenes comisarios de la muestra, una treintena de chicos de entre 6 y 12 años que han participado en la escuela de verano del Museo de Menorca | Josep Bagur Gomila

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Desde esta semana y hasta que comience el próximo curso escolar, la primera planta del Museu de Menorca acogerá una exposición temporal un tanto especial. Se trata de un espacio en el que se puede visitar la muestra «Museu del Confinament», y que cuenta con la peculiaridad de que se trata de un montaje que ha sido diseñado por un grupo de jóvenes. Estamos hablando de los alumnos que en las últimas semanas han asistido a la escuela de verano que organiza el espacio cultural con la colaboración de Sa Xaranga, empresa especializada en el ámbito socioeducativo.

Durante los últimos meses mucho se ha escrito sobre la pandemia, sus efectos y cómo la sociedad se ha enfrentado al periodo de confinamiento. Una etapa que pasará a la historia y en la que de alguna forma faltaba la visión de los más pequeños. Durante muchas horas, estos ha reflexionado sobre cómo vivieron ese periodo, y con la ayuda de expertos en la materia se ha convertido en comisarios de una muestra en la que recuerdan «qué hicieron y cómo se sintieron» durante los cerca de 60 días de encierro, explica la responsable de Sa Xaranga, Judith Morillas.

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Uno de los elementos más destacados de la exposición son las diferentes maquetas que han fabricado con sus propias manos, piezas con las que pretenden narrar cómo veían su mundo más próximo desde las ventanas de sus casas, una representación en la que no podía faltar su particular homenaje a los sanitarios.

El espacio expositivo se complementa con una selección de los objetos que de alguna forma definieron para ellos el encierro (el mando de la tele, cuentos, pinturas, chocolate...) con la correspondiente expoliación escrita. También han aportado los vídeos registrados durante la pandemia, han hecho un mural con las palabras que más repitieron en ese periodo y han querido dedicar un apartado especial de homenaje a sus padres, una especie de guiño a modo de agradecimiento.

En definitiva, un testimonio que quedará para la posteridad desde un punto de vista diferente, el de quienes sufrieron un encierro más estricto. «Están muy orgullosos de su creación, se han involucrado mucho a la hora de contar su propia historia y han transmitido las ganas que tenían de volver a la normalidad», concluye Morilllas.