El acto, de asistencia gratuita, se cerrará con la representación teatral. | Cesc Maymo

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El género documental es algo    habitual en el mundo cinematográfico, pero no tanto en el campo del teatro. Un espacio que se ha atrevido a explorar la directora Carolina Llacher (Barcelona, 1983) en el montaje «P.A.U. (Paisatges als ulls», una producción de la compañía La Fam de la Fera que se representa esta noche en el Teatre des Born (20 horas).

Se trata de un formato que se conoce como espectáculo inclusivo, en el que los personajes no son actores profesionales, sino personas que narran su propia experiencia, en este caso la de «hacer algo tan bestia como coger una balsa de plástico y lanzarse al mar» en busca de la libertad, explica Llacher, que comparte las labores de dirección con Martí Costa. Una obra que se estrenó en 2019 pero que sigue girando porque, entre otras cosas, el tema que trata continúa estando, tristemente, de actualidad.

Así, la compañía sigue dando vida al proyecto con el objetivo de hacer del teatro un espacio de resistencia, lucha y empatía. «P.A.U. (Paisatges als ulls» es el fruto de la inquietud y la necesidad de encontrar respuestas por parte de Llacher.Averiguar cuáles son las motivaciones de esas personas que deciden «migrar por vías no seguras». La directora tiene la sensación de que son historias de personas que van llenando las páginas de los periódicos «a las que nadie realmente conoce, al final son como un número y nadie se preocupa por saber qué les empujó a emigrar».

Lo que animó a Llacher a seguir adelante es su profunda convicción de que «el teatro es un medio de comunicación muy potente. Lo que cuentas sobre un escenario impacta al espectador de una forma más profunda» explica la directora, cuyo trabajo combina el teatro con la acción social.

«Altar comunicativo»

«El teatro es un altar comunicativo», sentencia la artista, quien ya desde el principio se imaginó lo «potente» que sería poner historias reales y en primera persona encima de un escenario. Confiaba en el efecto que ello podría provocar en el público y, según ella misma relata, no iba errada. «Los espectadores al terminar la obra quedan tocados, con muchas preguntas por hacer y ganas de profundizar.Es entonces cuando ves que el objetivo que perseguías se ha cumplido».

Y en ese proceso, el hecho de que los personajes sean reales considera que supone un gran valor añadido. «Siempre decimos que hemos secuestrado el teatro, porque en realidad el teatro es un espacio de ficción, y nosotros estamos poniendo la vida en escena. Nos permitimos ese secuestro porque sabemos que es un escenario muy potente desde donde comunicar algo».

Una propuesta que «huye del sensacionalismo» y consigue crear el clima de «contar una cosa muy íntima: las historias de Lamine Bathily, Malamine Soly y Yacine Diop. En el proceso de creación, los tres respondieron a las siguiente preguntas: cómo era su vida en Senegal, por qué decidieron abandonar su país, cómo fue el viaje y qué sucede cuando llegas aquí. «Con un respeto profundo», explica Llacher, se hizo una selección de los fragmentos de cada historia para definir el montaje teatral. Un espectáculo en el que participa también la actriz Ariadna de Vilar, quien hace de hilo conductor a la hora de conectar las historias.

Una puesta en escena, sin muchos artificios, pero que cuenta también con música en directo, la interpretada por el guitarrista Josep Maria Barrufet. Propuesta que se complementa con la proyección de material gráfico que ilustra algunos momentos de los protagonistas que dan vida una obra que entiende el teatro «como trinchera, como espacio de resistencia ante un mundo atroz».